Campaña de Arica y Tacna
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Campaña Arica y Tacna Expedición a Ilo |
Campañas Terrestres de la Guerra del Pacífico
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El Ejército chileno a fines de diciembre de 1879 decide enviar en expedición a una División con rumbo a Ilo y Pacocha con el fin de eliminar la resistencia peruana apostada en esa región y tratar de apoderarse de las armas y víveres del enemigo, ordenándoles también levantar planos de la región, que pudieran servir para un próximo ataque.
El Batallón elegido para esta tarea fue el Lautaro con una dotación de 500 hombres, a los cuales se les agrego 12 Granaderos a caballo, todos ellos mandados por el Teniente Coronel Arístides Martínez.
El 31 de diciembre, las tropas desembarcaron cautelosamente a tierra. Al ser sorprendidos, la División chilena procedió a actuar rápidamente, posesionándose primero de la Maestranza del ferrocarril y de la oficina del telégrafos, misión que fue realizada por el ingeniero Federico Stuven, gracias a lo cual, Moquegua quedaba aislado de noticias de la costa, dejando así moverse a los hombres del Coronel Martínez sin problema.

El Jefe chileno decidió entonces lanzarse a explorar vía ferrocarril el poblado de Moquegua. Al llegar a la estación, ésta se encontraba llena de gente, quienes por el parecido de los uniformes pensaron que las tropas que llegaban eran peruanas. Al ser descubiertos, la población se lanzó en huída, incluyendo al Teniente Chocano, el que junto con sus hombres fue a ubicarse a la cuesta de Los Ángeles, dejando el lugar sin defensa.
La División chilena pasa la noche de año nuevo en los alrededores Moquegua, alerta del peligro latente existente desde los cerros aledaños.
Al aclarar el día 1 de enero, la ciudad fue rendida por los extranjeros residentes, entrando los chilenos sin encontrar resistencia.
Cumplida la misión de reconocimiento, las tropas chilenas dejaron el lugar, embarcándose en el ferrocarril de vuelta a la costa. Durante el regreso, tuvieron muchos problemas, debido a que los soldados o ciudadanos peruanos sacaron los rieles de la vía en varias partes del camino con el fin de hacer caer el tren, objetivo que no se cumplió, por la previsión de Stuven al ir pendiente del camino y llevar rieles de repuesto.
La expedición llega a Ilo el día 2 de enero, embarcándose rumbo a Pisagua.
Se había cumplido con el fin de la expedición que era confirmar la factibilidad de desembarco para la futura campaña.
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Esta expedición tenía solamente el fin de la destrucción.
Las tropas y la Escuadra chilena recibieron la orden de provocar el mayor daño posible al Perú, para así, según se creía, acelerar las gestiones de paz.
Se debía evitar a toda costa el contacto del puerto de Mollendo con la ciudad de Arequipa, lugar donde existía una guarnición importante de hombres, los cuales contaban con alrededor de 4.000 soldados bien armados. Para evitar toda organización, debían destruir el ferrocarril, evitando así el traslado de tropas.

Los primeros en desembarcar fueron los Navales al mando del mayor Baquedano, los cuales sin pelear tomaron la ciudad.
Por otra parte el resto de la expedición desembarco en Islay sin enemigos a la vista.
El 9 de marzo de 1880 entra el grueso de la expedición a Mollendo. El coronel Barbosa con 500 hombres partió en busca de los que debían defender el lugar rumbo a Mejía, dejando paso libre para que el 3º de Línea, se lanzara a saquear las casas y la aduana del lugar, provocando grandes desmanes, embriagándose con el licor robado.
Por otro lado Barbosa llegaba a Mejía destruyendo los carros del ferrocarril encontrados y extrayendo los rieles para evitar el paso del tren. Al encontrarse con los defensores del lugar en Ensenada, los trato de sorprender, logrando tomar a 20 de ellos prisioneros, para luego volver a Mollendo.
Barbosa al enterarse de las conductas del 3º de Línea, decide embarcar la división, produciéndose una masiva deserción de mas de 80 soldados, los cuales siguieron en tierra quemando casas y saqueando lo que encontraran a su paso.
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La noche del 21 de marzo de 1880 comenzó la avanzada de las tropas chilenas a preparar el asalto a las fortificaciones peruanas ubicadas en la cima de los Ángeles. Los centinelas reciben disparos desde los cerros como primera escaramuza de un inminente encuentro.
El comandante Martínez, del Atacama, esa misma noche recibe instrucciones para tomar por asalto las posiciones enemigas de los Ángeles y Torata. El camino que conduce a Torata culebrea por la pendiente mas suave del cerro y después de varias vueltas para seguir por un camino de sólidas pircas que corona la cima y desciende enseguida por el costado opuesto a la quebrada de los Arrastrados.
En los Arrastrados se encuentran los batallones peruanos Grau, Canchis, Canas, Granaderos del Cuzco, Columna de gendarmes y algo de caballería. El coronel Agustín Gamarra, que estaba al mando de las tropas peruanas envió a sus Granaderos a la izquierda mirando hacia Moquegua y al batallón Vengadores de Grau (también llamados los Inmortales de Grau) a la cuesta de Los Ángeles.
El plan de ataque chileno consistía en que el Atacama debía escalar el cerro por la derecha del enemigo antes del amanecer para no ser sorprendidos por él. El 2º de Línea y el Santiago debían atacar al amanecer a los peruanos ubicados en Quilin-Quilin y la artillería debía bombardear las trincheras de los Ángeles desde el alto de la villa tan pronto como el Atacama diera una señal de haber llegado a la cumbre.
La medianoche del 21 de marzo las tropas chilenas comenzaron su plan.
El Atacama con palos y bayonetas al mando del teniente Rafael Torreblanca llegan al pie del cerro que debían escalar, cuando fueron sorprendidos por una descarga de fuego a sus espaldas. Las razones de este tiroteo era que una avanzada peruana, en una acción temeraria, se habían deslizado sin ser sentidos por los chilenos hasta un potrero, apoderándose de la caballería chilena, siendo finalmente repelidos por los centinelas, los cuales no pudieron evitar la perdida de algunos caballos, la muerte de 4 cazadores y 3 atacameños heridos.
Mientras el Atacama escalaba, el 2º de Línea rompió fuego sobre Quilin-Quilin. Torreblanca y sus hombres alcanzaban ya la cima a las 6:15 AM del día 22 descolgándose como una avalancha sobre las trincheras enemigas, tomándolos totalmente desprevenidos y obligándoles a huir.
Una bandera chilena ya era izada por el oficial copiapino, siendo la señal a la artillería de cese al fuego, para evitar que cayera sobre los atacameños.
En Quilin-Quilin se batía aun el 2º de Línea y el Santiago, pero los fugados de los Ángeles correteados por los mineros, llevaron el espanto al resto de las tropas peruanas que se veían rodeados, por lo cual se vieron en la obligación de abandonar sus puestos huyendo del campo de batalla.
Quince minutos después la batalla había terminado, los chilenos eran dueños de los Ángeles y el general Baquedano con sus cazadores emprendió la persecución de los enemigos.
Batalla de Tacna
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Las tropas chilenas habían efectuado una titánica marcha por el desierto y los contrafuertes cordilleranos desde Moquegua hasta Tacna. Durante la marcha los carretones con agua y con víveres se enterraban hasta el eje en el arenal. Por más que los soldados ayudaban a las bestias, éstas se rendían al cansancio y reventaban. El problema era grave, ya que si no pasaban las carretas, menos lo haría la artillería. Muchos hombres se perdieron en el camino y fueron víctimas de la insolación y de la deshidratación. La huella seguida por los chilenos quedó marcada con los objetos botados por los soldados, municiones, capote y cualquier elemento de peso. Los hombre llegaban exhaustos y en absoluto desorden
La artillería tuvo que ser embarcada en Ilo y desembarcada en Ite, en un lugar donde se demoraron 4 días en descargar las piezas de artillería y subir los cañones desde la playa a la meseta, unos 300 metros, amarradas con cables y tirados por los hombres. Este trabajo fue efectuado por los Zapadores y los marineros de la Covadonga bajo la supervisión personal de Orella.
EJÉRCITO CHILENO DE OPERACIONES
COMANDANTE EN JEFE: GENERAL MANUEL BAQUEDANO
1º División. De Amengual. Regimiento Esmeralda, batallones Valparaíso, Chillan y Navales
2º División. De Barceló. Regimientos 2º de Línea, Santiago y Atacama
3º División. De Amunategui. Regimiento Artillería de Marina, Batallones Coquimbo y Chacabuco
4º División. De Barbosa. Regimiento Lautaro, Batallones Cazadores del Desierto y Zapadores.
Reserva: De Muñoz. Regimientos 1º,3º y 4º de Línea Caballería (Vergara) Regimientos Granaderos, Cazadores y Carabineros de Yungay.
Artillería: 3 brigadas, con 7 baterías y un total de 37 cañones y 4 ametralladoras
Total Ejército chileno 14.000 hombres
EJÉRCITO ALIADO
COMANDANTE EN JEFE: GENERAL NARCISO CAMPERO
Ejército peruano Primero del Sur (Montero)
1º División: (Dávila) Batallón Lima y Cazadores del Cuzco
2º División: (Cáceres) Batallones Zepita y Cazadores del Misti
3º División: (Suárez) Batallones Arica y Pisagua
4º División: (Mendoza) Batallones Victoria y Huascar
5º División: (Herrera)Batallones Ayacucho y Arequipa
6º División: (Canevaro) Batallones Lima y Cazadores del Rimac
Caballería: Escuadrones Husares de Junín, Gendarmes de Tacna, Guías y Flanqueadores de Tacna
Artillería: 10 cañones y 3 ametralladoras
Ejército Boliviano
(Camacho)
Cuadros bolivianos:
1º División: (Castro Pinto) Batallones Alianza, Loa y Aroma
2º División: (Zapata) Batallones Sucre, Viedma y Padilla
3º División: (Acosta) Batallones Tarija, Chorolque y Grau
Legión Boliviana: (Saravia)Murillo, Vanguardia de Cochabamba y Libres del Sur
Caballería: Escuadrones de Húsares y Coraceros
Artillería: 6 cañones y 4 ametralladoras
17.000 Hombres nominales al 15 de Mayo
Las Tropas Aliadas acamparon a las afueras de la ciudad de Tacna, lugar al cual llamaron Alto de la Alianza. Fue instalada una guardia para vigilar la Quebrada Honda, que era la ruta más fácil de ataque para los chilenos. Campero completó esta posición con disposiciones atinadas, haciendo construir fosos y estudiando tácticamente el terreno se midieron las distancias de tiro de las distintas armas y se le entregó a cada soldado un saco vacío para que lo llenara de arena y le sirviera de parapeto en los disparos desde el suelo.
Mientras tanto, los arrieros chilenos que habían tomado la delantera, son tomados prisioneros por los Húsares de Junín y llevados a la presencia de Campero, quien logró enterarse que los chilenos, como se suponía, acamparían en Quebrada Honda, pero además los arrieros tomados prisioneros le dijeron a Campero que el Ejército chileno constaba de 22.000 hombres.
Al tener conocimiento de esto, en Consejo de Guerra Aliado se decidió la siguiente estrategia. El plan de las tropas aliadas era sorprender a las fuerzas enemigas en la quebrada, para lo cual comenzaron el avance sobre el lugar la noche del 25 de mayo de 1880 al mando del general Campero. No prestaron demasiada atención a la ruta a seguir, perdiéndose debido a la oscuridad, haciendo así fracasar el plan de ataque, haciéndolos volver a su primitivo campamento, con tropas cansadas por el esfuerzo inútil, habiendo llegado muy cerca de los chilenos. Fracasado el plan de ataque, planificaron la defensa a usar.
Las tropas se dividieron en 3 secciones: El ala derecha del Campo de la Alianza, al mando del contralmirante Montero, se ubicó la primera y sexta divisiones peruanas de Dávila y Canevaro y parte de la Tercera División boliviana más 6 cañones y 3 ametralladoras.
En el centro, al mando del coronel Castro Pinto, estaban la 1º y parte de la 3º división boliviana más dos cañones y 4 ametralladoras emplazadas en fortines.
En el ala izquierda, al mando del coronel Camacho, estaban la 3º división del coronel Suárez y la 2º de Cáceres más 8 ametralladoras.
La caballería estaba repartida tras la tropa.
El 26 de mayo comienza el avance de las divisiones chilenas sobre Tacna. Entre las 9 y 10 AM se produce un intercambio de tiros de Artillería entre los 2 Ejércitos, que más que crear daño, sirve sólo para medir el alcance de las armas.
Las tropas chilenas avanzaban rumbo al campo enemigo, rompiendo fuego sobre el ala derecha, siendo los primeros la División Amengual, respondido inmediatamente por las fuerzas de Montero.

Sucedió que el 2do. De Línea, que casi había sido exterminado en la Batalla de Tarapacá y más encima había perdido su estandarte, se dio cuenta que al frente de ellos se encontraba el Zepita, que había sido su contendor en aquella ocasión. El 2do. De Línea sencillamente los pasó por encima, buscando su estandarte y reclamando venganza.
El ataque chileno era brutal, lo que obligó al general Campero enviar constantemente tropas de reserva para apoyar sus divisiones. A eso de las 12:30 empiezan a escasear las municiones a los chilenos, obligándolos a efectuar la retirada bajo un incesante ataque aliado.
El ala izquierda aliada, fue apoyada por soldados de la división Herrera y los batallones Colorados y Aroma, dándole mayor fuerza, permitiéndoles no solo defenderse, sino también tomar posiciones de ataque, obligando a las tropas chilenas a lanzarse en retirada, siendo acribillados por los aliados.
Habían hablado mucho del famoso Regimiento boliviano de los Colorados, quienes en esta ocasión demostraron que toda su capacidad era verdadera. Con gran empuje y valentía obligan a retroceder a los chilenos, quienes sólo tuvieron un descanso debido a un sorpresivo asalto de su caballería que entró en apoyo evitando así una mayor mortandad de soldados chilenos e hizo volver a sus lugares a las tropas aliadas.

Baquedano, viendo la desesperada situación chilena, envía la división Amunategui en auxilio de los chilenos que se retiraban. La lucha se tornaba incontrolablemente sangrienta.
Vergara sacó a la caballería de la posición donde estaba y se lanzó a galope tendido contra el enemigo. Es imposible arrollar con quinientos jinetes a una masa militar seis veces mayor, pero fue tal el ímpetu de la caballería que lograron contener a las fuerzas aliadas
Con los refuerzos frescos y disponiendo nuevamente de municiones, los soldados chilenos retoman el ataque
Esta vez atacaban en “guerrilla” y en forma ordenada, dando un golpe tan fuerte a los aliados, los cuales, entre sorprendidos e incrédulos eran rodeados y fusilados.
Las fuerzas de la alianza no aguantaban más, por lo cual comenzó la retirada. El resto de la línea de defensa, fue arrollada y expulsada de sus posiciones produciéndose así la derrota, huyendo hacia Puno y Arequipa.
Los caídos ese día, de ambos mandos, fueron numerosos, dentro de ellos se lamenta mucho la muerte del Capitán del regimiento Atacama don Rafael Torreblanca, héroe de Pisagua y de tantas otras batallas. Las filas de ese regimiento fueron realmente diezmadas.
El siguiente es el relato de Máximo Lira, testigo presencial de un hecho conmovedor:
“Estábamos ya en las primeras alturas que rodean Tacna, después de la victoria, y los jefes venían a felicitar a Baquedano. Llega Martínez del Atacama y se entabla entre ambos este diálogo heroico:
B. ¿Cómo ha ido mi comandante?
M. Mui bien señor general.
B. ¿Ha perdido mucha gente?
M. Bastante.
B. ¿Y oficiales?
M. Tantos.
B. ¿Quiénes son?.
M. Fulano, Zutano y mis dos hijos.
B. ¿Sus dos hijos?.
M. Si, señor, han tenido la gloria de morir por su patria. Me queda uno, que si tuviera en estado de cargar armas, vendría a reemplazarlos!....”[2]
Recordemos que en la batalla de Tarapacá se perdió el estandarte de combate del 2do. De línea, bravamente defendido por el subteniente Telésforo Barahona. Pues bien, después de que las tropas chilenas entraron a Tacna el capellán Ruperto Marchant Pereira registró la iglesia de San Ramón junto al Capitán Munizaga. Tras varios esfuerzos vanos encontraron una pequeña puerta al lado de la epístola que tuvieron que abrir con un yagatán. Encontraron un almacén lleno de objetos de culto, pero al fondo de la sala y debajo de unos almohadones se veía una punta de una cinta tricolor, era el estandarte perdido, que luego volvería a manos de sus legítimos dueños.
Perdida Tacna, los bolivianos huyeron a su país terminando así la alianza definitivamente, quedando solo el Perú contra Chile. El país que había iniciado la Guerra, que había arrastrado a su aliado en ésta, ahora lo dejaba sólo y sin ningún tipo de apoyo.
Asalto y Toma de Arica
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Tras la huída de las tropas aliadas luego del triunfo chileno en la Batalla de Tacna, en el Campo de la Alianza, la dotación peruana apostada en Arica quedaba completamente aislada, huérfana de ayuda y a merced del Ejército chileno.

El Coronel Francisco Bolognesi, enterado del fracaso aliado en Tacna, envía varios telegramas al 2º Ejercito del Sur, apostado en Arequipa, que comandaba el Coronel Leiva, pidiéndole que acudiera en auxilio de sus posiciones, pero lamentablemente para él y sus tropas no hubo contestación positiva. Cada vez estaban más solos en Arica.
El día 1 de Junio el Comandante Rafael Vargas comandando las fuerzas de caballería partieron rumbo al Puerto de Arica, y al llegar al río Lluta son atacados sorpresivamente. Una vez reorganizados, se lanzan en persecución de los atacantes capturando a dos individuos, el Ingeniero Teodoro Elmore y su Ayudante, quienes portaban planos en los cuales se indicaban las posiciones donde se encontraban ubicadas las minas que llenaban la ciudad.
El 4 de Junio, las fuerzas de Lagos comenzaron a coronar el plan chileno, enviando a la Artillería de Campaña al N. E. de la ciudad.

Bolognesi.- Le oigo a usted señor.
Salvo.- Señor, el General en Jefe del Ejército de Chile, deseoso de evitar un derramamiento inútil de sangre, después de haber vencido en Tacna al grueso del Ejercito aliado, me envía a pedir la rendición de esta plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conocemos.
Bolognesi.- Tengo deberes sagrados y los cumpliré quemando el último cartucho.
Salvo.- Entonces está cumplida mi misión
Bolognesi.- Lo que he dicho a usted es mi opinión personal; pero debo consultar a los jefes, y a las dos de la tarde mandaré mi respuesta al Cuartel General chileno.
Salvo.- No señor Comandante General, esta demora está prevista, porque en la situación que previamente nos hallamos una hora puede re decidir de la suerte de plaza. Me retiro.
Bolognesi.- Dígnese usted aguardar un instante, voy a hacer la consulta aquí mismo y en presencia de usted.
Fue unánime el apoyo a la decisión de Bolognesi. Todos decidieron pelear hasta quemar el último cartucho.

De vuelta al Cuartel chileno, el Coronel Salvo da cuenta del resultado de su misión. La suerte esta sellada para la guarnición ariqueña.
Los días venideros hubo escaramuzas entre la Artillería de ambos bandos, pero sin causar daños de consideración.
El 6 de Junio, el Coronel Lagos envió un segundo parlamentario, eligiendo esta vez al Ingeniero Elmore, quien ni siquiera fue recibido por el Jefe peruano. Fracasadas las tentativas, el Jefe chileno decide atacar a la brevedad.
Bolognesi sabía perfectamente que el ataque chileno se realizaría pronto, por lo que decidió hacer una redistribución de sus fuerzas. El coronel Inclan con los granaderos se situaron en el Fuerte Este. Los soldados que formaban el regimiento Artesanos de Tacna, ocuparon el Fuerte Ciudadela. El capitán Moore con los cazadores de Piérola se ocuparon de las defensas de las baterías del Morro, allí estaban también el coronel Bolognesi y sus servidores de artillería.
Aprovechando la oscuridad de la noche, el 3º y el 4º de línea bajaron hacia el Valle de Azapa y luego al sector de serranías. El 3º quedo frente al Fuerte Ciudadela y el 4º frente al Fuerte Este.
Los centinelas del Ciudadela, sorprendieron el avance de los chilenos e hicieron fuego, alertando a los defensores que corrieron a sus puestos. Los del 3º de línea al ser descubiertos, se lanzaron al asalto a toda carrera. Una vez atravesados los mil metros que los separaban del fuerte cayeron sobre las trincheras abriéndolas con los corvos, saltando luego al interior de ellas. El primero en hacerlo fue el subteniente José Ignacio López, quien arrió el pabellón bicolor peruano. Al ingresar mas atacantes al Ciudadela, estallaron dos minas haciendo volar por el aire a algunos soldados chilenos. El uso de las minas enfureció a los atacantes, quienes se precipitaron sobre sus enemigos, dando muerte a cuanto defensor que hallaron, sin importar si se rendía o no. Los oficiales trataron de calmar a sus soldados, pero eso fue imposible. Mientras a las 4 AM el 4º de Línea se dirigía al Fuerte Este.

La lucha fue mas corta que la del 3º de línea, pues la mayor parte de los defensores emprendieron retirada hacia el Morro.
Mientras tanto, el regimiento Lautaro, a las ordenes del coronel Barbosa, capturaba la batería San José. Los fuertes Santa Rosa y 2 de Mayo fueron dinamitados por sus propios defensores.
Cuando el 3º y 4º de línea ya habían conquistado sus posiciones, se lanzaron en pos del Morro, olvidándose de las ordenes recibidas de esperar al regimiento Buin.
Una verdadera lluvia de balas caía sobre los chilenos, causando gran mortandad en sus filas; pero con sin igual furia siguieron avanzando. En pocos momentos alcanzaron la cima de la fortaleza, cayendo sobre los enemigos dando muerte de forma brutal a los oficiales Francisco Bolognesi y Juan Moore, salvando la vida de los demás oficiales peruanos, la oportuna llegada de oficiales chilenos que calmaron a sus hombres, evitando así mas derramamiento innecesario de sangre. Cuando la bandera chilena fue izada en el mástil del Morro por el teniente del 4º de línea Casimiro Ibáñez, el capitán del buque peruano Manco Cápac, abriendo las válvulas de su monitor lo hundió en el mar.
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