Guerra del Pacífico
Guerra del Pacífico | ||||
---|---|---|---|---|
![]() Esquema de los territorios bolivianos, chilenos y peruanos antes de la guerra. Las fronteras Bolivia-Perú y Bolivia-Argentina antes de la guerra no estaban definitivamente fijadas. La línea negra continua señala las fronteras definitivas establecidas después de 1929. | ||||
Fecha | Operaciones Bélicas: Bolivia y Chile: 1879 - 1880 Chile y Perú: 1879 - 1883 Estado de Guerra: Bolivia y Chile: 1879 - 1884 Chile y Perú: 1879 - 1883 | |||
Lugar | Costa y mar de Bolivia; costa, mar y sierra del Perú en Sudamérica | |||
Casus belli | Violación del artículo 4 del Tratado limítrofe entre Bolivia y Chile, ocupación chilena de Antofagasta y activación de la alianza peruano-boliviana. | |||
Conflicto | Causas varias: económicas, geopolíticas y territoriales. | |||
Resultado | Victoria de Chile. | |||
Consecuencias |
| |||
Cambios territoriales |
| |||
Beligerantes | ||||
| ||||
Comandantes | ||||
| ||||
Fuerzas en combate | ||||
| ||||
Bajas | ||||
| ||||
La Guerra del Pacífico, también denominada Guerra del Guano y el Salitre, fue un conflicto armado acontecido entre 1879 y 1883 que enfrentó a Chile contra los aliados Bolivia y Perú. La guerra se desarrolló en el océano Pacífico, en el desierto de Atacama y en las serranías y valles peruanos. La guerra fue un hito dramático en la historia de América del Sur y es una de las principales guerras de finales del siglo xix, por lo que ha atraído una considerable atención académica.
En febrero de 1878 Bolivia estableció un nuevo impuesto a la empresa chilena Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta(CSFA), en flagrante5 violación del tratado limítrofe de 1874 que prohibía nuevos impuestos o el aumento de estos. Chile protestó y solicitó someter el pleito a un arbitraje, pero el gobierno boliviano de Hilarión Daza consideraba el asunto como interno y sujeto a la jurisdicción de las cortes bolivianas.9 Chile insistió y advirtió al gobierno boliviano que Chile no se consideraría ligado al tratado limítrofe de 1874 si Bolivia no suspendía el impuesto. Por el contrario, el gobierno boliviano rescindió la licencia a la compañía chilena, embargó sus bienes, y los puso a remate. El día del remate, el 14 de febrero de 1879, fuerzas militares chilenas ocuparon Antofagasta sin resistencia, una ciudad mayoritariamente habitada por chilenos, y comenzaba el avance de sus fuerzas al resto del litoral.
El Perú, que había firmado con Bolivia un Tratado de alianza defensiva con carácter secreto, ordenó preparar sus fuerzas militares y simultáneamente envió un diplomático a Chile para mediar. El 1 de marzo, Bolivia se declaró en estado de guerra contra Chile. Cuando Perú se negó a permanecer neutral, Chile declaró la guerra a ambos aliados el 5 de abril de 1879. El 6 de abril, Perú declaró el casus foederis, es decir la entrada en vigor de la alianza secreta con Bolivia.
El politólogo Ronald Bruce St. John señala en The Bolivia-Chile-Peru Dispute in the Atacama Desert:
En los primeros seis meses se definió la supremacía naval, indispensable para continuar la guerra en las zonas costeras del desierto de Atacama, en aquel tiempo accesibles solo por mar. Bolivia abandonó militarmente la guerra en 1880 tras la derrota aliada en la batalla de Tacna. El ejército del Perú fue derrotado un mes después en la batalla de Arica. Luego, tras vencer en las batallas de Chorrillos y Miraflores al ejército peruano organizado en Lima, las fuerzas chilenas ocuparon aquella ciudad en enero de 1881. Después de estos sucesos la guerra entre Chile y Perú continuó por dos años más entre los remanentes del ejército, guerrillas y montoneros peruanos contra las fuerzas chilenas de ocupación, hasta la firma del Tratado de Ancón en 1883 en la que Perú, entre otras cosas, cedió el Departamento de Tarapacá y le fueron retenidos las provincias de Arica y Tacna.
Punto de vista de Perú
Antecedentes
Conflicto limítrofe boliviano-chileno
Al iniciarse la época republicana, Chile, Perú, Bolivia y Argentina colindaban sin haber definido sus fronteras en tratados mutuos. Siguiendo el acuerdo implícito del Uti possidetis común a todos los países latinoamericanos, los límites eran los definidos durante la colonia, que eran vagos, a veces contradictorios y a menudo sobre territorios desconocidos, inhabitados o inhabitables por su clima o lejanía.Respecto al desierto de Atacama, Chile desde 1822 señalaba "el despoblado de Atacama" como límite, sin mayor especificación,mientras que Bolivia en 1825 incluía una parte de ella a su territorio, aunque de igual modo sin especificar límites. En un comienzo, tanto Chile como Bolivia ejercieron en algunos puntos de Atacama actos de jurisdicción sin realizar reclamos por los actos del otro.
A principios de la década de 1840 se descubrieron en Tarapacá y Antofagasta grandes acumulaciones de guano y salitre, fertilizantes que empezaban a ser muy cotizados en el mercado mundial. Todo ello concitó el interés del presidente chileno Manuel Bulnes, que en 1842 envió una expedición para que explorara el territorio «entre el puerto de Coquimbo y el morro de Mejillones», en busca de yacimientos. El Congreso chileno, por ley del 31 de octubre de 1842, fijó la frontera norte de Chile en el paralelo 23ºS. El gobierno boliviano, producto de esta ley chilena, oficializó a comienzos de 1843 reclamos a Chile manifestándole, con vaguedad y contradicción, que el verdadero límite entre ambos países estaba en el río Salado o en el Paposo, ubicándolo el primero en el paralelo 26ºS y el segundo en el 25ºS.
Incidentes y reclamos entre ambos países se sucedieron en los años siguientes, mientras que las diplomacias de ambos países argumentaban respectivamente sobre los derechos que tenían en la región, exhibiendo documentos coloniales sobre la jurisdicción de la Audiencia de Charcas o la Capitanía General de Chile.
Por ley del 25 de junio de 1863 la Asamblea Legislativa boliviana autorizó al Ejecutivo declarar la guerra a Chile, alegando la usurpación de su territorio «desde el Paposo, ó Río Salado, hasta Mejillones», aunque solo después de que se agotaran todos los recursos por la vía diplomática que dieran un resultado favorable a Bolivia. El problema común en 1865 de la guerra con España puso un paréntesis al asunto, pues Bolivia en 1866 se alió con Perú, Chile y Ecuador frente a la agresión de la flota española, considerándose secundaria cualquier otra disputa que no fuera el enfrentar al enemigo común.
Tratados de límites de 1866 y 1874
Tras la guerra con España, Bolivia y Chile reanudaron las negociaciones para finiquitar su primer tratado limítrofe el 10 de agosto de 1866. En dicho tratado, se fijó el paralelo 24°S como límite (norte-sur) y se debían compartir a medias los derechos de exportación de minerales extraídos entre los paralelos 23°S y 25°S. En 1871, el gobernante boliviano Mariano Melgarejo, bajo cuyo gobierno se firmó el acuerdo, fue derrocado y reemplazado por Agustín Morales, quien, siguiendo la corriente de la opinión pública boliviana, consideró nulos todos los actos del gobierno anterior. Pero como no se podía abrogar unilateralmente un acuerdo internacional, abrió negociaciones con Chile para revisar el Tratado de 1866. Se discutieron diversos aspectos sobre la aplicación del tratado de 1866, como la definición de "minerales", la inclusión (o exclusión) del rico yacimiento de plata "Caracoles" en (de) la zona de beneficios mutuos, y las dificultades en Bolivia para transferir el 50% del impuesto recaudado en la zona a Chile. El 5 de diciembre de 1872 se firmó el acuerdo llamado de Corral-Lindsay que fue aprobado en Chile pero, por influencia del Perú, que quería para Bolivia un mejor arreglo, o, en todo caso, intervenir como mediador junto con Argentina, no fue aprobado en Bolivia.
Finalmente, Bolivia y Chile firmaron un nuevo Tratado limítrofe el 6 de agosto de 1874 por el cual Chile renunció al 50% de los impuestos en el territorio 23°S-24°S a cambio de la promesa de Bolivia de no incrementar los impuestos a los capitales y negocios chilenos durante 25 años. La frontera permaneció en el paralelo 24°S. En esa ocasión, Chile condonó las deudas bolivianas provenientes de la no transferencia del 50% del impuesto recaudado por Bolivia en la zona de beneficios mutuos. En un protocolo adicional firmado el año 1875, ambos países acordaron, entre otros, someter a arbitraje posibles divergencias en la aplicación del tratado.
Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta
La compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta (CSFA) fue una empresa chilena, radicada en Valparaíso, con una minoría de 34 % de capital británico (Casa Gibbs de Londres) que tras los avatares de la política interna boliviana obtuvo el 27 de noviembre de 1873 una licencia del gobierno boliviano para explotar los depósitos de nitrato del Salar del Carmen y Las Salinas en Antofagasta libre de impuestos por 15 años, además del derecho a construir un ferrocarril desde Antofagasta al interior.
Tratado secreto de alianza entre Perú y Bolivia de 1873
Frente al ímpetu de las inversiones y trabajo chileno en Tarapacá y Antofagasta, el Perú sintió amenazada su supremacía en la costa del Pacífico y firmó el 6 de febrero de 1873 un tratado secreto cuyas intenciones eran, según lo hecho público 6 años después, proteger la integridad y soberanía de los países firmantes. Argentina fue invitada a firmar el pacto, su gobierno se mostró de acuerdo y solicitó la aprobación del parlamento. Efectivamente, la Cámara de Diputados en Buenos Aires aprobó la adhesión al pacto y agregó una partida de $6,000,000 al presupuesto para la guerra. Pero Bolivia y Argentina disputaban la zona de Tarija y no lograron un acuerdo. Argentina propuso entonces a Perú un tratado Perú-Argentina (sin Bolivia), pero Perú rechazó la oferta. Así pasó el año 1873, y a fines del 1874 llegó a Chile la fragata blindada Blanco Encalada que dio la supremacía naval a Chile. Tanto Perú como Argentina no quisieron comprometerse en un tratado contra Chile. Sin embargo, cuando afloraron nuevamente, en 1875 y 1878, las tensiones fronterizas por la Patagonia, Argentina buscó ingresar al pacto, pero el Perú diplomáticamente rechazó la iniciativa. Así mismo, al comienzo de la guerra, Perú y Bolivia proyectaron ofrecer a Argentina los territorios chilenos desde el 24°S al 27°S a Argentina a cambio de su ingreso a la guerra contra Chile.
Los historiadores consideran que el verdadero objetivo del tratado era imponer a Chile las fronteras convenientes a Perú, Bolivia y Argentina por medio de un arbitraje obligado de la alianza mientras Chile fuese militarmente débil, es decir antes de la llegada de las fragatas blindadas Cochrane y Blanco Encalada. Gonzalo Bulnes lo sumariza sosteniendo que "La síntesis del tratado secreto es: oportunidad: la condición desarmada de Chile; el pretexto para producir el conflicto: Bolivia; la ganancia del negocio: Patagonia y el salitre;" en palabras de Jorge Basadre, "El Perú defendiendo a Bolivia, a sí mismo y al Derecho, debía presidir la coalición de todos los Estados interesados para reducir a Chile al límite que quería sobrepasar"; Pedro Yrigoyen lo explica señalando que "perfeccionar la adhesión de la Argentina al Tratado de alianza Peru-boliviano, antes de que recibiera Chile sus blindados, a fin de poderle exigir a este país pacíficamente el sometimiento al arbitraje de sus pretensiones territoriales".
El historiador peruano Jorge Basadre señala que uno de los motivos del Perú para firmar el tratado, además de proteger sus salitreras, era el temor en Lima a que Bolivia fuese atraída por Chile a una alianza contra Perú que ocuparía Tacna y Arica para entregarlos a Bolivia a cambio de entregar Antofagasta a Chile.
El tratado es en sumo grado controvertido, historiadores peruanos lo consideran legítimo, defensivo y circunstancial, además de conocido por (el espionaje de) Chile. Historiadores chilenos, por el contrario, lo consideran agresivo, causante de la guerra, y escondido frente a Chile. Las razones de su secreto, la invitación a Argentina y la razón por la cual Perú no permaneció neutral en circunstancias que Bolivia no había cumplido el acuerdo de 1873 al firmar el tratado de 1874 sin informarle, son discutidas hasta hoy.
Monopolio peruano del salitre
Los ingresos provenientes de la exportación del guano, que en las décadas anteriores había sido el sostén de la bonanza económica peruana, comenzaron a caer en la década de 1870. Consciente de ello, el gobierno de Manuel Pardo y Lavalle creó por ley en 1873 un estanco del salitre, por el cual las empresas productoras debían regular su producción y los precios de acuerdo a las políticas del gobierno con el fin de evitar que el guano y el salitre, peruanos, compitieran. Pero aún antes de entrar en vigor la ley, el gobierno debió retirarla porque sus costos serían mayores a las ganancias obtenidas.En 1875 el mismo gobierno decidió estatizar todas las empresas salitreras y de esa manera controlar el precio del salitre.
Sin embargo, las salitreras operadas por la CSFA en Bolivia impedían al Perú controlar el precio internacional del nitrato, por lo cual el gobierno peruano trató de hacer valer su influencia sobre Bolivia para impedir esa competencia. Por medio de un testaferro, Henry Meiggs, Perú compró las licencias bolivianas de explotación de los recién descubiertos depósitos de "Toco", al sur del río Loa, impidió la firma del acuerdo Corral-Lindsay y quiso impedir la firma del Tratado de Límites de 1874 (que eximía de impuestos a las compañías chilenas del salitre) e imponer una mediación de Perú y Argentina para definir las fronteras de Chile. En 1878 el socio británico de la CSFA, que era también encargado de vender el salitre peruano en Europa, la Casa Gibbs, presionó a la gerencia de la CSFA para que limitara su producción y advirtió a la gerencia que tendrían dificultades administrativas en Bolivia por encargo de un gobierno "limítrofe" (the interest of a neighbouring Govern-ment [sic]) si no reducían sus expectativas. En el cenit de la crisis, el 14 de febrero de 1879, se esperaba que el cónsul peruano en Antofagasta sería el mayor postor en el remate de la CSFA
Crisis
El impuesto de los 10 centavos[editar]
En 1875, el municipio de Antofagasta había intentado imponer un impuesto de 3 centavos a la CSFA, pero el Consejo de Estado, presidido por Serapio Reyes Ortiz, quien sería durante la crisis Ministro de RR.EE. y posteriormente Presidente de Bolivia, había rechazado el impuesto "por violar el Tratado de Límites de 1874 y la licencia de noviembre de 1873".44
En 1878, el congreso de Bolivia se abocó al estudio de la licencia a la CSFA de noviembre de 1873, basándose en una interpretación de la ley del 22 de diciembre (que dio lugar a la licencia de 1873) que entendía que todas las renegociaciones debían ser aprobadas por el congreso. La empresa sostenía que solo en caso de desavenencia entre el gobierno y la empresa. Finalmente la Asamblea Nacional Constituyente boliviana mediante una ley del 14 de febrero de 1878 aprobó la licencia a condición de que la compañía pagara un impuesto mínimo de 10 centavos por quintal de salitre exportado.
Para la CSFA, el cobro del impuesto de 10 centavos sobre quintal exportado violaba la licencia de noviembre de 1873 y el artículo IV del Tratado de límites de 1874 en que Bolivia se comprometió a no subir durante 25 años los impuestos a las empresas chilenas. Por ello, la compañía se negó a pagar el impuesto, solicitó y obtuvo la representación del gobierno chileno, desencadenándose un conflicto diplomático, amén de un conflicto interno en el gobierno chileno pues algunos de sus miembros eran accionistas en la CSFA y otros tenían intereses invertidos en Bolivia que temían perder si el conflicto llegaba a mayores.
A lo largo de los meses siguientes, el gobierno boliviano se abstuvo de implementar la ley mientras se discutían las objeciones presentadas por el gobierno chileno. El 8 de noviembre, el canciller chileno envió una nota al gobierno boliviano indicando que el Tratado de 1874 podría declararse nulo si se insistía en cobrar el impuesto, renaciendo los derechos de Chile anteriores a 1866. Aunque ambas partes propusieron la resolución del conflicto por vía de un arbitraje, tal como lo contemplaba el Protocolo de 1875, este no llegó a realizarse ya que mientras el gobierno de Chile exigía que se suspendiera la ejecución de dicha ley hasta que su legalidad fuese determinada por un árbitro, el gobierno de Bolivia exigía que el blindado Blanco Encalada y sus fuerzas navales se retiraran de la bahía de Antofagasta.
Rescisión de contrato, cobro de impuestos y ocupación chilena de Antofagasta[editar]
El 6 de febrero, aduciendo que la CSFA no había aceptado la nueva ley, el gobierno de Bolivia rescindió el contrato con la CSFA y ordenó embargar y rematar sus bienes para cobrar los impuestos generados desde febrero de 1878.
En la mañana del 11 de febrero durante una sesión especial del gabinete chileno, se recibió un mensaje del ministro plenipotenciario chileno en Bolivia en que se comunicaba la cancelación de la licencia, el embargo y el remate de los bienes de la CSFA por parte del gobierno boliviano. Ante esa situación el presidente chileno Aníbal Pinto ordenó la ocupación de Antofagasta, que fue realizada sin resistencia el 14 de febrero de 1879 por 200 soldados chilenos entre el aplauso de la población mayoritariamente chilena. La guarnición boliviana del lugar ante la imposibilidad de resistir se retiró al interior.
Mediación de Perú, declaraciones de guerra y casus foederis[editar]
Véase también: Expulsión de chilenos de Perú y Bolivia en 1879
La medida de fuerza del gobierno chileno inició gestiones diplomáticas en las tres cancillerías. Sin embargo, la mutua desconfianza aumentaba con los preparativos bélicos en los tres países, y las demostraciones "patrióticas" en las calles impedían un acercamiento de las posiciones. En los tres países había fuertes corrientes públicas que pregonaban la guerra y hacían temer a los mandatarios que si no iban a la guerra serían depuestos por los partidarios de la guerra. Más aún, Hilarión Daza, el dictador boliviano, a pesar de ser el peor preparado para la guerra, decretó una serie de medidas contra residentes chilenos en Bolivia y sus propiedades.
El 16 de febrero, llegó a Lima el ministro boliviano Serapio Reyes a fin de exigirle al gobierno peruano que cumpliera con el tratado de alianza defensiva de 1873. Las noticias de la ocupación de Antofagasta llegaron a La Paz el 22 de febrero, por una carta enviada por el cónsul boliviano en Tacna. El 26 de febrero, Daza decretó el estado de sitio en Bolivia.
El Perú, que había suscrito el Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia de carácter secreto en 1873 y al que Argentina no se adhirió finalmente, trató de persuadir al gobierno de La Paz para someterse a un arbitraje con la misión de José Luis Quiñones,45 y ordenó preparar su armada y alistar su ejército46 mientras intentaba obtener de Argentina por lo menos barcos de guerra como empréstito o en compra.47 Para mediar en el conflicto, envió a su ministro plenipotenciario José Antonio de Lavalle a Chile con una oferta de mediación bajo la condición de que Chile se retirase de Antofagasta, pero sin garantía de que Bolivia levantaría el embargo de la propiedad o suspendería el impuesto.48 El canciller chileno inquirió al plenipotenciario peruano sobre la existencia de un "Tratado Secreto" firmado con Bolivia en 1873. Lavalle, que a más tardar lo conocía desde el inicio de su viaje, soslayó la pregunta y le indicó que en la comisión diplomática del congreso a la que él había pertenecido no se había tocado ese tema.
El 1 de marzo, el gobierno de Bolivia emitió un decreto en el que declaró en estado de guerra, la interrupción del comercio y las comunicaciones con Chile, la expulsión de los residentes chilenos, el embargo de sus bienes, propiedades e inversiones, y reversión de toda transferencia de intereses chilenos hecha con posterioridad al 8 de noviembre, cuando el gobierno chileno había advertido de las consecuencias de la no suspensión del impuesto en cuestión.
El 17 de marzo el ministro plenipotenciario de Chile en Lima exigió al gobierno peruano una declaración perentoria de neutralidad. Tres días más tarde, el presidente peruano reconoció ante el representante chileno que el tratado secreto existía y que convocaría al congreso peruano para el 24 de abril a razón de evaluar qué actitud tomar ante Chile y Bolivia.49 50 Ambas medidas, la mediación y la convocación al congreso, fueron entendidas en Chile como un ardid peruano para ganar tiempo.51
Por otra parte, tras la ocupación de Antofagasta, las fuerzas chilenas habían consolidado la ocupación de los territorios comprendidos entre los paralelos 23ºS y 24ºS que Chile consideraba suyos tras la violación del tratado. Luego a consecuencia de la declaración de guerra de Bolivia se continuó el avance sobre el litoral boliviano hasta la desembocadura del Río Loa, la frontera sur del Perú. El 21 de marzo fueron ocupados, de forma paralela, los puertos de Cobija y Tocopilla, ambas sin resistencia. El 23 de marzo, tuvo lugar el combate de Calama, en la que los soldados chilenos vencieron a un grupo de milicianos bolivianos organizados en el sector, y ocuparon dicho poblado. El gobierno chileno consideró este avance solo como temporal a causa de una necesidad militar y ofreció a las autoridades civiles bolivianas continuar en sus funciones lo que fue rechazado.nota 6
El 5 de abril, Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú. Al primero por la imposibilidad de lograr un acuerdo con las autoridades bolivianas y al segundo por no declarar su neutralidad y considerar la espera de la resolución del congreso peruano como un mero ardid para prepararse militarmente para una confrontación. El 6 de abril Perú declaró el casus foederis conforme al tratado de alianza con Bolivia.55
Mas Información abajo (mucho mas explicada)
Desarrollo de la
guerra
Fuerzas en guerra
l
Fuerzas de los ejércitos de tierra
|
||
Chile
|
Perú
|
Bolivia
|
Enero
1879, antes de la guerra
|
||
Enero
1881, ocupación de Lima
|
||
En Bolivia: ?
|
||
Ejér. del Norte: (unido al de Lima)
|
||
Modelo
|
Cantidad
|
Calibre
mm |
Cañón
kg |
Alcance
m |
Proyectil
kg |
Chile
|
|||||
Cañón de montaña Krupp M1873 L/21
|
12-16
|
60
|
107
|
2500
|
2.14
|
Cañón de campaña Krupp M1867 L/25
|
?
|
78.5
|
?
|
3000
|
4.3
|
Cañón de montaña Krupp M1879 L/13
|
38
|
75
|
100
|
3000
|
4.5
|
Cañón de montaña Krupp M1879-80 L/74
|
24
|
87
|
305
|
4600
|
1.5
|
Cañón de campaña Krupp M1880 L/26
|
29
|
75
|
100
|
4800
|
4.3
|
Cañón de campaña Krupp M1873
|
12
|
87
|
450
|
4800
|
6.8
|
Armstrong M1880 (de bronce)
|
6
|
66
|
250
|
4500
|
4.1
|
Modelo 59 Emperador
|
12
|
87
|
?
|
323
|
11.5
|
Cañón de campaña La Hitte M1858
|
4
|
84
|
?
|
342
|
4.035
|
Cañón de montaña La Hitte M1858
|
8
|
86.5
|
?
|
225
|
4035
|
Perú
|
|||||
Cañón White (de
montaña)
|
31
|
55
|
?
|
2500
|
2.09
|
Cañón White (de campaña)
|
49
|
55
|
?
|
3800
|
2.09
|
Cañón
Grieve (de acero)
|
42
|
60
|
107
|
2500
|
2.14
|
Bolivia
|
|||||
Cañón de montaña Krupp M1872 L/21
|
6
|
60
|
107
|
2500
|
2.14
|
Es opinión entre
los historiadores neutrales que ninguno de los beligerantes estaba preparado
para la guerra, ni financiera ni militarmente.56 Ningún
país tenía un Estado
Mayor ni
suficientes ambulancias,58 ni
servicio de abastecimiento.59 Sus
naves de guerra se encontraban en pésimo estado.60 En el
caso de Chile, por ejemplo, la dotación militar efectiva había sido reducida
continuamente de 3,776 a 2,400 soldados desde 1867 a 1879.61 :140 y
ninguna de las unidades estaba estacionada al norte de Valparaíso, a más de
1700 km de Iquique61 :143 y
significaban solo el 0,1% de la población. En la armada de Chile al final de la
guerra, el 53% de los primeros ingenieros, el 20% de los segundos ingenieros y
el 8% de los aprendices eran extranjeros.62 El
gobierno del Perú había cesado el pago de la deuda externa y en Bolivia había
epidemias y hambre.
Según W. Sater,
Chile y Perú llegaron a enlistar temporalmente al 2% de su población masculina
y Bolivia solo el 1%.63 Se
debe considerar que ambos ejércitos aliados profesionales del comienzo de la
guerra fueron desbandados tras la batalla de Tacna y debieron ser reagrupados o
formados nuevamente.
Los aliados tenían,
a primera vista, algunas ventajas sobre el país del sur. Su población y sus
tropas doblaban a las chilenas en número y el puerto peruano del Callao era con
sus defensas de artillería casi inexpugnable para la flota chilena y ofrecía un
refugio seguro a las naves peruanas. En el Callao una firma inglesa ofrecía los
servicios de un dique flotante para naves de hasta 3000 t lo que permitía
complicadas reparaciones de sus barcos, de lo que hizo uso reparando sus naves
antes de la guerra64 :119.
Quizás fueron estas las razones por las que la prensa internacional en un
comienzo dio por segura la derrota de Chile.65 66 67 La
ambivalente actitud argentina y el permanente conflicto araucano ensombrecían las expectativas
chilenas.66 :109 Como
afirma Basadre sobre la opinión pública de su país68 Se
desconocía entonces el verdadero poder de Chile y las espantosas consecuencias
de la guerra, y se creía, por las gentes poco avisadas, que, como en conjunto,
los países aliados eran más extensos que Chile, lograrían la victoria
finalmente.
Otros observadores69 hicieron
un análisis más profundo, que mostraba ventajas chilenas tanto políticas como
militares. Chile tenía desde 1833 un régimen político estable que le había
permitido desarrollar y fortalecer sus instituciones. Entre ellas, su ejército
y su armada tenían un mando formado en una escuela de oficiales,70 tropas
fogueadas en la guerra de Arauco64:43 y
uniformidad en el armamento (casi todos los fusiles chilenos de infantería,
Comblain y Gras, usaban munición de 11 mm con vaina metálica y poseían
bayoneta). La armada de Chile poseía 2 blindados que eran, por el espesor de
sus corazas, casinota 7 imbatibles
para la armada del Perú. Aunque existieron en Chile disputas entre militares y
civiles por la dirección de la estrategia, siempre hubo un primado de la
política por sobre lo militar.72 Su
abastecimiento desde Europa podía realizarse a través del Estrecho de
Magallanes que solo una vez fue amagado por la marina del Perú.
En los ejércitos
aliados, la falta de dedicación a sus funciones profesionales llevó a una
situación en que se tenían varios tipos de fusiles con munición diferente para
cada uno y a veces sin bayoneta, haciendo más difícil la instrucción de los
reclutas, la manutención del equipo y el municionamiento durante la guerra. (W.
Sater lista 11 tipos diferentes de fusiles aliados y solo 5 chilenos). La
armada del Perú tenía antes de la guerra una buena parte de sus tripulaciones
formadas por chilenos y tras su expulsión solo pudieron ser reemplazados por
otros extranjeros. Los aliados tampoco poseían una artillería ni caballería
comparable a la chilena. Al contrario del chileno, el abastecimiento aliado
pasaba a través de terceros países, sujetos a la influencia de la diplomacia y
la armada de Chile.
A ello se debe
agregar que una vez en posesión de los recursos del guano y del salitre de
Tarapacá, Chile percibió ingresos que le permitieron financiar la guerra, los
que le faltaron al Perú y que tras la ocupación de Tacna y Arica, el comercio
boliviano hacia y desde el Pacífico fue controlado por Chile.
Campaña naval
Desp.
(t.l.) |
Potencia
|
Velocidad
(Nudos) |
Blindaje
(Pulgadas) |
Artillería
principal |
Año de
Const. |
|
Chile
|
||||||
3,560
|
3,000
|
9–12.8
|
hasta 9
|
6x9
Inch
|
1874
|
|
3,560
|
3,000
|
9–12.8
|
hasta 9
|
6x9
Inch
|
1874
|
|
Perú
|
||||||
1,130
|
1,200
|
10–11
|
4½
|
2x300–pounders
|
1865
|
|
2,004
|
1,500
|
12–13
|
4½
|
2x150–pounders
|
1865
|
A comienzos de la
guerra era evidente que antes de cualquier operación militar en un terreno tan
difícil como el desierto
de Atacama, debía ganarse el control de los mares. En esta campaña
solo se enfrentaron las fuerzas navales de Chile y Perú, ya que Bolivia no
contaba con una, y si bien el gobierno de este país intentó recurrir al corso para
suplirlo, esto no prosperó.74
El poder de la
escuadra chilena se basaba en las fragatas blindadas gemelas, Cochrane y Blanco
Encalada. El resto de la escuadra estaba formada por las siguientes naves
de madera: las corbetas Chacabuco, O’Higgins, Esmeralda y Abtao,
la cañonera Magallanes y
la goleta Covadonga.
Los buques
capitales de la escuadra peruana eran la fragata blindada Independencia y
el monitor blindado Huáscar. Completaban la escuadra peruana los
monitores fluviales Atahualpa y Manco
Cápac, la corbeta de madera Unión y
la cañonera de madera Pilcomayo.
Con el objetivo de
asfixiar la economía peruana de exportación y forzar la salida del Callao de la
escuadra peruana para dar una batalla en altamar, la escuadra chilena bloqueó el
puerto peruano de Iquique desde el 5 de abril y también bombardeó los
débilmente defendidos puertos de Pabellón de Pica, Huanillos, Mollendo y
Pisagua. Sin embargo, la flota peruana, escabulló el combate con unidades
chilenas que fueran superiores y utilizó el espacio y el tiempo dado para una
estrategia mas audaz de ataque a las líneas de transporte y a los
desguarnecidos puertos chilenos, entre otros. Durante esas operaciones ocurrió
el 12 de abril el combate naval de Chipana, sin un claro vencedor.
El 16 de mayo el
grueso de la flota chilena salió de Iquique con dirección al Callao con
el objetivo de batir la flota peruana, dejando a sus dos buques de menor poder
para mantener el bloqueo del puerto de salida. El mismo día, salían del Callao
los dos buques capitales del Perú rumbo a Arica. Durante la navegación se
cruzan ambas fuerzas sin avistarse debido a que los peruanos navegaban cerca de
la costa y los chilenos mar adentro. En Arica el alto mando naval peruano se
entera de la situación de Iquique y envían a sus buques a levantar el bloqueo.
El 21 de mayo, en
el combate naval de Iquique, el monitor blindado Huáscar logró
hundir a la corbeta Esmeralda. En el mismo día, la fragata
blindada Independencia se enfrentó con la goleta Covadonga,
la que astutamente dirigida logró luego de una persecución que su adversario
encallara en el combate naval de Punta Gruesa, en su afán de
espolonearla, y que terminó sufriendo el bombardeo de esta. El resultado de ese
día en Iquique y Punta Gruesa caló hondo en ambos países: en Chile aumentó el
fervor patriótico y en Perú, si bien se levantó temporalmente el bloqueo de
Iquique, le costó la pérdida de la unidad mas poderosa de su armada.75 El 1
de junio, el grueso de la escuadra chilena volvía de su infructuosa expedición
al Callao enterándose de los hechos y restableciendo el bloqueo de Iquique
hasta el 2 de agosto.
Pese a la
inferioridad técnica en la que ahora se encontraba la marina peruana, el
monitor blindado Huáscar logró con sus correrías mantener en jaque a la escuadra
chilena durante 6 meses en las que atacaba sorpresivamente transportes
chilenos, hostilizaba sus líneas de comunicación, bombardeaba instalaciones
militares de los puertos y evitaba con su velocidad a los blindados chilenos,
incluso en ciertas ocasiones intentó torpedearlos pero sin éxito. El punto
culminante de las correrías del monitor blindado Huáscar fue
la captura del vapor Rímaccon el regimiento
de caballería Carabineros de Yungay a bordo, el 23 de julio.
La captura del vapor Rímac causó una crisis en el gobierno
chileno que provocó la renuncia del gabinete y del jefe de la armada de Chile.
La corbeta Unión que también participó en estas correrías para
hostilizar a las fuerzas chilenas logró incluso fondear en Punta Arenas,
zarpando con ese objeto de Arica el 31 de julio y llegando a ese lugar el 16 de
agosto, para intentar capturar transportes con armas que debían pasar por ese
puerto. Aunque no logró su objetivo, fue una demostración de decisión y
capacidad de los marinos peruanos.
Tras las
reparaciones de caldera y carena de los buques capitales chilenos, la flota
chilena fue organizada en flota en 2 divisiones destinadas solo a la captura
del Huascar. El 8 de octubre, fue capturado el Huáscar en
el decisivo combate naval de Angamos. La corbeta Unión,
por su parte, logró escapar de los otros buques chilenos gracias a su mayor
velocidad.
A partir de
Angamos, la escuadra chilena pudo convoyar y apoyar al ejército en sus
operaciones en tierra, así como también a hostilizar las costas peruanas y
bloquear sus puertos para impedir el abastecimiento del ejército peruano o la
llegada de refuerzos. Mientras que la escuadra peruana se limitaba a abastecer
en lo posible sus fuerzas terrestres evitando enfrentamientos con la flota
adversaria por su incontrastable superioridad y ante el fracaso de los agentes
del gobierno en los intentos de adquirir nuevas unidades navales de
consideración en el extranjero. Durante este período se producen algunas
acciones como la captura de la cañonera Pilcomayo el
18 de noviembre y algunos enfrentamientos en Arica, tras el inicio del bloqueo
de aquel puerto por algunos buques de la flota chilena el 28 de noviembre y que
se extendió hasta el 7 de junio de 1880, cuando aquella plaza cayó al ser
tomada por el ejército chileno.
En la etapa final
de la campaña naval, la flota chilena sostuvo un bloqueo
en el Callao iniciado el 10 de abril de 1880. Durante esas
operaciones se dieron varios enfrentamientos menores entre unidades chilenas y
peruanas, y también la flota chilena realiza bombardeos a las defensas del
puerto. En estas acciones, los peruanos logran hundir con el uso de artefactos explosivos
y torpedos la goleta Covadonga, el transporte artillado Loa y
la torpedera Janequeo. Pese a esos pequeños triunfos peruanos, la
escuadra chilena mantuvo el bloqueo firmemente y luego, tras las derrotas del
ejército peruano en Chorrillos y Miraflores, ocurridas el 13 y 15 de enero de
1881 respectivamente, donde además algunos buques de la escuadra apoyaron al
ejército chileno atacando las posiciones peruanas cercanas a la costa, la
autoridad naval peruana en el Callao ejecutó el 17 de enero la destrucción de
las baterías y los buques que aún le quedaban a la marina peruana, entre ellos
la corbeta Unión, para evitar su captura por los chilenos.
Con este hecho
finalizó la campaña naval de esta guerra. Aunque los buques de la flota chilena
seguirían prestando servicio durante la campaña de la Breña movilizando
destacamentos por la costa peruana. Incluso durante la fase final de esa
campaña en 1883, una torpedera llamada Colo Colo sería lanzada a las aguas del lago Titicaca, luego de ser
transportada por un ferrocarril desde el puerto de Ilo hasta Puno, para
patrullar la zona y evitar el posible uso militar de esta vía por fuerzas
peruanas o bolivianas.
Campañas terrestres
Con la extensa
costa peruana sin protección naval desde octubre, excepto puntualmente por su
poderosa artillería
costera, las fuerzas chilenas pudieron elegir el lugar donde
continuar la guerra. Según Carlos Dellepiane,78 existían
tres alternativas, la zona de Lima, Arica-Tacna y Pisagua-Iquique. Lima era el
centro político del Perú, pero su ocupación no garantizaba la rendición.
Arica-Tacna era un centro de las comunicaciones con la zona sur, puerto usado
por Bolivia y daba acceso a la zona de Arequipa. Tarapacá, es decir
Pisagua-Iquique, era la fuente de la riqueza peruana, de donde se extraía el
guano y el salitre y donde los aliados habían concentrado sus fuerzas
militares. Arica e Iquique eran cada uno compartimientos estancos sin acceso
expedito por tierra al resto del Perú.79 J.
Basadre cita la posibilidad de un desembarco chileno cerca de Lima ya en 1879 y
señala al historiador chileno Wilhelm Ekdahl que hubiera aconsejado abandonar
el sur del Perú y fortalecerse en Lima hasta restablecer el equilibrio naval o
encontrar nuevos aliados. Pero, contradice Basadre, hubiese sido tremendo
y humillante rendir esas regiones, además de una pérdida económica
enorme y por lo demás inútil, pues Chile se interesaba por los ingresos
salitreros provenientes de Tarapacá, y su ocupación sin resistencia hubiese
significado probablemente el fin de la guerra.80 Debe
agregarse, por el lado de Chile, que al comienzo de la guerra, la organización,
conocimiento y experiencia estaban aún lejos de alcanzar el nivel presentado en
1881.
La guerra terrestre
puede ser dividida en cuatro campañas, donde las tres primeras llevaron
sucesivamente a la ocupación chilena de las regiones de Tarapacá, Arica-Tacna,
y Lima y la cuarta, la campaña de la Breña, desarticuló la última resistencia
peruana. Sin embargo, existen otros hechos militares de la guerra terrestre que
no van necesariamente incluidas en esas cuatro campañas, como la resistencia
boliviana en el litoral y la expedición de Lynch a la costa norte del Perú.
Concentración de fuerzas aliadas en Tarapacá y Arica
Durante la
mediación peruana en Santiago, el 7 de marzo salieron los primeros batallones
peruanos desde el Callao (algunos desde Ayacucho) rumbo a Arica, Iquique,
Pisagua y Molle. Algunos se formaron con voluntarios, peruanos y bolivianos, de
la zona. En total, siempre según Dellapiane, 4,452 soldados estacionados en
Tarapacá y 4,000 en Arica.81 El 30
de abril llegaron a Tacna desde La Paz tras 13 días de marcha 4,500 (6,000
según Dellepiane) soldados bolivianos bajo las órdenes de Hilarión Daza para
unirse a las fuerzas peruanas mandadas por el general Juan Buendía y tomar el mando del ejército
aliado en el momento indicado. Las fuerzas aliadas se distribuyeron en torno a
los lugares donde se podía esperar un desembarco chileno: Iquique-Pisagua (Buendía)
y en Arica-Tacna (Daza). También habían refuerzos, en Arequipa al mando de
Lizardo Montero y en el sur de Bolivia al mando de Narciso Campero, que debían
confluir a la costa una vez conocido el lugar del desembarco. Sin embargo, las
fuerzas militares de Montero no fueron movilizados a tiempo. Los últimos
refuerzos, cerca de 1,500 hombres, llegaron el 1 de octubre a Iquique.82
Resistencia boliviana en el litoral y la
división errante de Campero
En el litoral
boliviano, varios individuos que habitaban el lugar junto con alguno de los
dispersos de la acción de Calama se organizaron en montoneras, para poder
resistir de esa forma la ocupación chilena y con la esperanza de que el
gobierno boliviano intentara una ofensiva para recuperar la zona.
Hubo en la zona
varias escaramuzas entre piquetes o destacamentos chilenos que estaban
apostados en la zona, para prevenir una posible ofensiva del ejército
boliviano, y estos grupos montoneros en sectores como Chiu Chiu y San Pedro de
Atacama.83 El más
importante enfrentamiento con estas montoneras sería el combate de Río Grande el 10 de septiembre de
1879, donde se pone fin al accionar de estos grupos de civiles armados o
milicianos.
Por otra parte, el
11 de octubre salió de Cotagaita la
5.ª División del ejército boliviano, formada por cuerpos del sur de ese país,
bajo el mando de Narciso Campero con órdenes de preparar un ataque a
Antofagasta. La división se estableció en San Cristóbal de Lípez por falta de pertrechos y
provisiones. Luego se le ordenó llegar a Pisagua para reunirse con Daza y
Buendía, pero cuando en las Salinas de Garzi-Mendoza comenzó a recibir noticias
del desastre aliado en la batalla de Dolores, detuvo su marcha. Posteriormente
se le ordenó presentar batalla en Tacna pero, Daza, viendo que su poder en
Bolivia se desmoronaba, la envió de vuelta al sur de Bolivia para reprimir la
rebelión contra él. Finalmente, el 19 de enero de 1880 llegó a Oruro.
Posteriormente luchó en Tacna. (Ver desplazamietos en Mapa de desplazamientos de la
5. división)
Un destacamento de
esta división avanzó sobre el litoral como unidad exploratoria enfrentándose a
algunos piquetes chilenos de la zona, como sucedió en el combate
de Tambillo librado el 6 de diciembre y que sería la única
victoria alcanzada individualmente por los bolivianos en la guerra. Luego de
esa acción, el destacamento boliviano se retiró del litoral sin volverse a dar
desde ese momento más enfrentamientos en la zona por el resto de la guerra.
Campaña de Tarapacá
Desembarco
y marcha de tropas aliadas y chilenas durante la campaña de Tarapacá, en
noviembre de 1879.
El ejército chileno
comenzó la invasión del Perú el 2 de noviembre de 1879 con el desembarco de
9,900 hombres y 880 animales en Pisagua, 550 km al norte de Antofagasta, en una
de los primeros desembarcos anfibios de la era moderna. Se utilizaron botes de
fondo plano especialmente construidos para el desembarco. Tras la
neutralización de las baterías costeras por la artillería naval, los atacantes
pudieron vencer a las fuerzas bolivianas y peruanas que defendían el puerto.
Tras la ocupación del puerto que provocó el aislamiento de Iquique con el resto
de Perú, es enviado al interior una avanzada de caballería para obtener
información del enemigo y en el trayecto se encuentra con una avanzada de los
aliados, compuesta de caballería igualmente, a la cual derrota el 6 de
noviembre en el combate de Pampa Germania (o Agua Santa). Las
fuerzas aliadas intentaron atacar a los chilenos por el sur, Buendía, y por el
norte, Daza. Sin embargo, Daza, inexplicablemente, volvió al norte sin entrar
en batalla, abandonando a las fuerzas de Buendía a su suerte. En la marcha del
ejército chileno al interior, derrotaron el 19 de noviembre a los aliados en
la batalla
de Dolores (o San Francisco) tras la cual Iquique se entregó
sin resistencia el 23 de noviembre. Posteriormente, una división chilena que
avanzó en persecución de los aliados fue derrotada el 27 de noviembre en
la batalla
de Tarapacá, en un pequeño poblado ubicado en el interior de la
región. Pese al triunfo, los aliados sin refuerzos ni apoyo logístico para
mantener la posición y rechazar nuevos ataques se retiraron a Arica en una
desgastadora marcha. Con este hecho finalizó la campaña y Chile quedó dueño de
la región.
Tras esta campaña,
Perú perdió el control sobre una región que albergaba el 10% de su población y
un ingreso anual de ₤ 28 millones por la producción de nitrato.84
Situación interna en los países beligerantes hasta la
caída de Iquique
Chile tenía un
gobierno elegido y estable, pero los desastres de la campaña naval demostraron
que los estrategas de su flota no estaban preparados para la guerra y durante
las campañas terrestres el ejército tendría también problemas de
abastecimiento, ambulancias y mando. Los desaciertos desataron la ira popular y
habían obligado al gobierno a cambiar al "esclerótico"85 comandante
en jefe de la armada Williams Rebolledo por Galvarino Riveros y al
"avejentado"86comandante
en jefe del ejército Justo
Arteaga por Erasmo Escala, quien
posteriormente renunciaría por desaveniencias con el ministro de guerra Rafael Sotomayor,
quedando al mando del ejército Manuel Baquedano. En
el plano de alianzas, Chile buscaba segregar Bolivia del pacto con Perú.87 G.
Bulnes escribe: El objeto de la política boliviana era ahora el mismo
de Antes: conquistar Tacna i Arica para Bolivia, colocar a esta como Estado
intermediario entre Chile i el Perú, creyendo que de esa manera Lima i el Perú
entero se someterían a las condiciones de paz que se les impusieran. Esto se
llamaba en el lenguaje convencional de los iniciados «arreglarse con Bolivia».88 nota 9 Asimismo,
el gobierno debía negociar con Argentina un tratado que fijase la frontera e
impidiera su entrada en la guerra al lado de Perú y Bolivia. En el plano
técnico, el gobierno de Chile reorganizó el ejército en divisiones, unidades
que pueden vivir y combatir aisladamente, para lo que es necesario que tengan
todas las armas (infantería, artillería, caballería) y los requeridos servicios
(intendencia, sanidad, estado mayo, etc), impidiendo así que el comandante en
jefe tuviera que dirigirse, para una operación cualquiera a cada uno de los
jefes de cuerpo.
Tras la ocupación
de la zona salitrera de Iquique, el gobierno chileno privatizó las oficinas que
habían sido nacionalizadas por el estado peruano devolviéndolas89 a los
tenedores de bonos peruanos. La alternativa de crear una empresa estatal que
gestionara la producción y venta del nitrato fue desechada por onerosa dado que
el estado chileno debía financiar la guerra y movilizar al frente de guerra una
parte importante de su fuerza de trabajo además de que los acreedores europeos
de los bonos peruanos exigían el pago de sus deudas. En 1879 el estado chileno
comenzó a cobrar un impuesto de $0,40 por quintal métrico (100kg) de salitre
exportado y en 1880 el impuesto aumentó a $1,60 por qm.90
Perú y Bolivia
habían acordado en el Protocolo de Subsidios que Bolivia debería pagar los
costos de la guerra, lo que provocó resentimientos y temores en Bolivia dado
que hipotecaba los ingresos fiscales bolivianos en circunstancias que allí se
veía el envío del ejército a Tacna como una ayuda de Bolivia a Perú, mas aún
cuando se supo que no sería enviado a expulsar a los chilenos de Antofagasta
sino que permanecería en Tacna para proteger la provincia peruana de Tarapacá.
Cuando Daza y sus oficiales llegaron a Tacna pudieron cerciorarse de que la
capacidad militar peruana no era la imaginada por ellos y que su permanencia en
el poder estaba en juego si era derrotado el ejército aliado. Querejazu sugiere
que Daza utilizó la oferta chilena de una salida al mar por Tacna y Arica para
presionar al Perú a revisar el Protocolo de Subsidios, lo cual logró.
Se puede solamente
especular sobre las verdaderas razones que llevaron a Daza a retirarse a
Bolivia antes de la batalla de Dolores, algunos dicen para conservar intacto su
regimiento de los colorados,la base de su poder político en Bolivia. Sin
embargo, su vergonzosa retirada solo aceleró su caída y fue reemplazado por
Campero. Querejazu considera que las marchas y contramarchas dadas por Daza a
Campero con su división son una prueba de que Daza había sido comprado por
Chile.
Dentro del gobierno
de Campero se acentuaron las corrientes partidarias de romper la alianza con
Perú y aceptar la oferta chilena de Tacna y Arica. Aunque esta opción nunca fue
totalmente descartada, la alianza con Perú permaneció e incluso, tras la caída
de Tacna y Arica fue aprobada la creación de los Estados Unidos de Perú
y Bolivia, que nunca tuvo aplicación práctica. Bolivia cooperó con Perú con
armas y dinero, pero sus fuerzas en Oruro nunca intentaron recuperar
Antofagasta.
La situación
interna en Perú era complicada. Prado, al parecer contra su voluntad, declaró
la guerra a Chile obligado por el tratado alianza de 1873 y por las presiones
internas a pesar de no tener fondos para financiar la guerra y sin crédito
internacional debido a las continuas cesaciones en el pago de la deuda. Para
asumir el mando del ejército y dirigir la estrategia militar, Prado relegó la
gestión del gobierno al vicepresidente Luis La Puerta de Mendoza.91 :9 Debido
al bloqueo chileno de los principales puertos peruanos de exportación, los
ingresos fiscales peruanos en 1879 (8.078.555) disminuyeron a la mitad de lo
calculado para ese año (15.257.698) y, por el contrario, los gastos fiscales en
guerra aumentaron más del triple (55.050.000). A falta de un sistema tributario
eficaz, Prado debió financiar la guerra con donativos patrióticos, empréstitos,
cesación de pagos de deudas, emisión de más monedas y también en un aumento de
los impuestos.91 :1 El
desastre político del gobierno puede ser medido en la cantidad de ministros de
hacienda que tuvo su gobierno solo en 1879: Izcue, Quimper, Pazos, Arias,
Piérola (rehusó), Arenas, otra vez Quimper, Denegri. En el aspecto
político-militar se enjuició al capitán de navío More Ruiz por la pérdida del
buque Independenciay al general Buendía por las derrotas en
Tarapacá.92 El 19
de diciembre de 1879, conocida la caída de Iquique y Pisagua, Prado salió del
Perú para, según él, acelerar las compras de material de guerra en EE.UU y
Europa. La historia ha condenado su salida como una deserción.91 :27
Tras la partida de
Prado, Nicolás de Piérola Villena dio en diciembre un golpe de estado y asumió
como dictador del Perú. Ha sido criticado por la forma dictatorial de ejercer
el poder, por su sectarismo temeroso a posibles opositores, por su frivolidad
en el vestuario y sus decretos pomposos y la falta de control en los gastos,
pero también debe decirse que desplegó un enorme esfuerzo para obtener nuevas
fuentes de financiamiento, modernizar el estado, dar igualdad a los indígenas y
renegoció (sin éxito) la deuda y la consignación del guano peruano.93 J.
Basadre lo critica pero a su vez considera su labor un acto de
abnegación y hasta de heroísmo, pues instauró su Dictadura en un país
territorialmente invadido, políticamente perturbado, navalmente desaparecido,
militarmente maltrecho, económicamente exangüe y contra el cual se preparaban a
dar sus golpes decisivos los poderosos y arrogantes vencedores en la campaña
marítima y en la campaña de Tarapacá.94
Campaña de Tacna y Arica
Desembarco
y marcha de tropas aliadas y chilenas durante la campaña de Tacna y Arica, de
enero a junio de 1880.
Inmediatamente
después de la batalla de Dolores, el ministro de guerra en campaña, propuso al
gobierno chileno continuar con un desembarco cerca de Lima para acortar la
guerra. Pero dentro del gobierno se insistió en la realización de la llamada
"política boliviana" que aseguraría la paz futura. Finalmente el
gobierno decidió ocupar la región que es la salida natural de Bolivia al
océano.
Tras un desembarco
de reconocimiento el 31 de diciembre de 1879 cerca de Tacna y que se extendió
hasta Moquegua, 11,000 soldados chilenos fueron desembarcados desde el 26 de
febrero de 1880 y durante varios días en Punta Coles, cerca de Ilo, sin ser
atacados por los aliados. Paralelamente a esto, se envió una expedición de 2,148 soldados a Mollendo, con el
objetivo de destruir la infraestructura del puerto e impedir el abastecimiento
de la guarnición de Arequipa que se hacia desde este lugar.95 Las
operaciones en Mollendo fueron entre el 9 y el 12 de marzo, finalizando con el
éxito de sus objetivos pero con grandes desmanes en el puerto ocasionados por
algunos soldados chilenos que luego serían severamente castigados por el alto
mando.96
En el avance
chileno, tras el desembarco de sus fuerzas, se sucedieron varios
enfrentamientos. El 22 de marzo se libró la batalla de Los Ángeles, donde las tropas chilenas
derrotaron a una división peruana posicionada en una fuerte defensa natural, y
cortaron con ello las comunicaciones de Tacna y Arica con Arequipa, es decir el
resto del Perú. El 26 de mayo el ejército chileno derrotó a las tropas aliadas
en la batalla
de Tacna (o Del Campo de la Alianza). El 7 de junio las últimas
tropas aliadas fueron derrotadas en la batalla de Arica.
Tras esta campaña los ejércitos profesionales del Perú y Bolivia dejaron de
existir. Perú debió formar un nuevo ejército97 98 y
Bolivia no continuó su participación militar en la guerra aunque si apoyó al
Perú con armas y dinero. Ningún gobierno boliviano aceptó, durante la guerra,
las ofertas chilenas de ocupar Tacna y Arica.
Expedición de Lynch
Expedición
de Lynch a Chimbote, Supe, Paita, Eten e islas de Lobos de septiembre a octubre
de 1880.
Tras la ocupación
de Tacna y Arica el gobierno chileno creía que Perú y Bolivia aceptarían la
cesión de Tarapacá y Antofagasta o que por lo menos Bolivia buscaría asegurar
una salida al mar y dejaría la alianza con el Perú. Sin embargo una corriente
de la opinión pública chilena sostenía que la única forma de lograr la paz era
la ocupación de Lima. Con la intención de evitar la continuación de la guerra
con una invasión a Lima, el gobierno de Chile preparó una expedición al norte
del Perú que debía demostrar al gobierno de Piérola su propia incapacidad de
continuar la guerra contra Chile. La expedición a Mollendo realizada entre el 9 y el
12 de marzo tuvo el mismo fin.
El 4 de septiembre
salió de Arica una expedición de 2,200 hombres al mando del capitán de
navío Patricio
Lynch, con el fin de imponer cupos de guerra a las ciudades del
norte del Perú y a los ricos hacendados del norte, dañar bienes fiscales y por
último impedir el desembarco y tránsito de armas.
El gobierno de
Piérola declaró el pago a Lynch como traición a la patria de tal manera que los
propietarios en Chimbote, Paita, Chiclayo y Lambayeque, quedaron entre dos
fuegos a elegir: la destrucción de sus bienes por Lynch o más tarde por
Piérola. Algunos pagaron, otros no. Como resultado de las contribuciones de
guerra se habían logrado reunir 29.050 libras esterlinas, 11.428 pesos de
plata, 5.000 pesos en papel moneda, algunas barras de oro y plata y gran
cantidad de mercaderías y productos de esas regiones. Lynch capturó además un
envío marítimo para el gobierno peruano, consistente en 7,5 millones de pesos impresos
(billetes y estampillas) proveniente de los Estados Unidos. Durante la
expedición, las fuerzas chilenas encontraron en las haciendas peruanas a
cientos de trabajadores chinos culí en
condiciones de semiesclavitud, quienes al ser liberados se incorporan algunos
voluntariamente a las fuerzas de Lynch como apoyo logístico, participando
también en el ejército chileno en la posterior campaña sobre Lima.99 La
expedición duró 2 meses y sin la oposición de fuerzas peruanas.100
Aunque los
historiadores chilenos estiman que la actividad desplegada por Lynch tuvo base
en el Derecho internacional, por ejemplo, Diego Barros
Arana cita como base legal de la acción el artículo 544 del Le droit
international codifié de Johann Caspar Bluntschli101 102 y
Sergio Villalobos invoca los Principios del derecho Internacional de Andrés Bello,103 también
la consideran dañina para la imagen de Chile; Gonzalo Bulnes escribe: el
glorioso ejército de Chile se presentaba ante el mundo civilizado como
demoledor de injenios de azúcar, i como destructor de edificios de labranza.
Conferencia de paz de Arica
El 22 de octubre de
1880 delegados de los tres países en guerra se reunieron a bordo del barco de
guerra norteamericano USS Lackawanna (de 1862), anclado frente
a Arica, para una conferencia de paz gestionada por los representantes de los
EE.UU. en los países beligerantes. Chile exigió la cesión de las provincias de
Antofagasta y Tarapacá, una indemnización de $20 millones de pesos oro, la
desmilitarización de Arica, la abrogación del tratado secreto y la devolución
del Rimac así como de las propiedades embargadas a los
ciudadanos chilenos. Los aliados se negaron a hacer cesiones territoriales y la
conferencia fracasó.
Los historiadores han
concluido que los gestionadores estadounidenses habían transmitido las
exigencias de los beligerantes de una forma diluída, poco realista, para lograr
la reunión, pero esto causó decepción en los participantes.104 :60 El
ministro plenipotenciario de EE.UU. en Bolivia Charles Adams había asegurado a
los aliados que en caso de no llegar los beligerantes a un acuerdo, los EE.UU.
impondrían a Chile un arbitraje favorable a los aliados. Por esa razón para los
gobiernos de Campero y Piérola era mejor no entregar los territorios ocupados y
dejar a los EE.UU. imponer la paz sin cesión de territorios.104 :59-60105 106
Tras el rechazo de
los países de la alianza a aceptar la entrega de Antofagasta y Tarapacá,
continuó en Chile el debate sobre el camino a seguir para obtener de los
aliados un tratado de paz duradera que reconociera la entrega de Antofagasta y
Tarapacá: esperar en Tacna un cambio de opinión en Lima o La Paz u ocupar Lima.
Finalmente se decidió que la ocupación de Lima era la única alternativa viable.107
Campaña de Lima
Desembarco
y marcha de tropas chilenas durante la campaña de Lima, de noviembre de 1880 a
enero de 1881. El largo trayecto desde Pisco a Chilca fue hecho solo por la
Brigada Lynch.
Muros
calcinados y derruidos de Chorrillos, otrora suntuoso balneario de la
aristocracia limeña, después de la batalla de Chorrillos. La línea de defensa
peruana durante la batalla terminaba en el balneario, que fue cañoneado,
incendiado y al final de la batalla se combatió casa por casa. Después fue
saqueado por algunos destacamentos chilenos.108
Para la campaña de
Lima el ejército chileno fue aumentado en 20,000 plazas y llegó a enlistar
41,000 hombres en total, distribuidos desde los fortines de la guerra en la Araucanía, en el sur de Chile, hasta
Lurín.109 El 19
de noviembre de 1880 el ejército expedicionario del norte comenzó
a desembarcar en Pisco, Paracas, Lurín (artillería) y Curayaco (22 de
diciembre) hasta completar 27,000109 soldados,
que se concentraron en Lurin, a 36 km al sur de Lima antes de continuar hacia
Lima.
Piérola, que
inicialmente esperaba un desembarco chileno al norte de Lima110 :335,
tras los desembarcos entre Pisco y Lurín (al sur de Lima), ordenó preparar dos
líneas de defensa sucesivas al sur de Lima: el ejército de línea debía detener
la invasión en Chorrillos. En caso de fracasar, una segunda línea de defensa
constituida por un ejército de reserva formado por reclutas limeños organizados
por gremios, otros traídos de las provincias mas los remanentes de la primera
línea y la guarnición del Callao, debía derrotar al supuestamente debilitado
ejército chileno en Miraflores.
La línea principal
era la de Chorrillos de aproximadamente 15 km de largo, compuesta de baterías
de artillería, ametralladoras, minas personales, fortificaciones y trincheras
para los defensores, ubicadas sobre elevaciones naturales de la zona (280 m en
el Morro Solar y Monterrico, 170 m en Sta. Teresa y San Juan110 :253)
escarpadas y arenosas que van desde Chorrillos por el Morro Solar, Santa
Teresa, San Juan, por los cerros de Pamplona hasta Monterrico Chico. Cerca de
Santa Teresa y de San Juan pasaban los caminos que iban desde Lurín a Lima y
serían por lo tanto importantes objetivos del ataque.
La segunda línea de
defensa era menos fuerte y consistía en 7 reductos fortificados pero aislados
que cada 800 m debían impedir la entrada de tropas chilenas a la capital.
En el estado mayor
chileno existieron dos planes alternativos para vencer las líneas de defensa
peruanas establecidas en el plano de la costa. El primero era un ataque
frontal. Según Manuel
Baquedano, jefe de las fuerzas invasoras, el ataque se haría por
terrenos conocidos y caminos amplios sin grandes exigencias a la disciplina y
entrenamiento de la tropa, se mantendría un lugar seguro en caso de retirada
(la Tablada de Lurín), se contaba con el apoyo de la armada por la izquierda y
por último la posibilidad de romper las líneas peruanas por la extensión de
estas. El otro plan, de José Francisco Vergara, el nuevo ministro de guerra
en campaña de Chile, era un ataque envolvente por la derecha, siguiendo el
lecho del río Lurín, por el camino de Manchay hacia el noreste hasta Ate,
permitiendo con esto tomar Lima sin disparar un tiro y luego caer por la
espalda a las defensas peruanas. Ambos planes tenían ventajas y desventajas. El
plan de Vergara evitaba el ataque frontal sangriento del primero, hacia inútiles
los atrincheramientos y fuertes peruanos, generaría un efecto moral negativo en
los peruanos y cortaba la línea de retirada peruana hacia la sierra, pero
perdía el apoyo naval y necesitaba una marcha larga por un terreno angosto de
quebradas y desfiladeros susceptibles a sorpresas, un terreno dificíl para
conducir los bagajes y la artillería de arrastre, marchar en un terreno sin
aguada para abastecer al ejército y en caso de derrota se les podía cortar la
retirada a Lurín. Finalmente, Baquedano y su estado mayor impusieron el plan de
un ataque frontal contra las líneas de defensa peruanas.
Batalla de San Juan y Chorrillos
Martiniano
Urriola (con uniforme), quien en 1883 comandó la ocupación de Ayacucho, y
Marcos Maturana (con poncho), jefe del Estado Mayor del Ejército Expedicionario
en la campaña de Lima, observan los cadáveres de los sirvientes de un cañón
peruano tras la batalla de Chorrillos.
A las 16:00 horas
del 12 de enero de 1881 las tres divisiones que formaban el ejército chileno
comenzaron a salir por diferentes caminos del campamento de Lurín hacia las
defensas de Chorrillos para enfrentar desde las 5:00 horas del día siguiente a
los cuerpos del ejército peruano comandados por Iglesias (Morro Solar-Santa
Teresa), Cáceres (Santa Teresa-San Juan) y Dávila (San Juan-Monterrico chico).
Ante el empuje chileno, las fuerzas peruanas debieron abandonar San Juan y
Santa Teresa a las 9:00 horas111 para
reorganizarse, algunos en Chorrillos, otros en Morro Solar, donde Lynch había
sido rechazado tempranamente en el intento de desalojar a Iglesias de esa
posición. Con los refuerzos llegados del centro, los chilenos lograron vencer
las defensas peruanas del Morro Solar cerca de las 12:00 del día La
batalla continuó en el balneario de Chorrillos donde se atrincheraron en casas
y azoteas los peruanos desalojados del Morro Solar, Villa, Santa Teresa y San
Juan, apoyados entre otros por un tren blindado enviado desde Lima. A las 14:00
horas los chilenos habían vencido la primera línea de defensa de Piérola.
Batalla de Miraflores
Tras la derrota
peruana de Chorrillos se acordó en el Armisticio de San Juan, una tregua para fijar
condiciones que reestablecieran la paz, pero por causas no aclaradas el 15 de
enero se inició la lucha en la segunda línea de defensa de Miraflores, que
comenzó cuando las fuerzas chilenas aún no se habían concentrado todas frente a
la defensa peruana. Las fuerzas peruanas hicieron al comienzo bastante presión
a una de las divisiones chilenas en la batalla, pero con la reorganización y
contraataque chileno se vieron sobrepasados y fueron derrotadas.
Crítica
La división de las
fuerzas peruanas en dos líneas ha sido criticada. El analista militar y
escritor Francisco Machuca cita a Napoleón
Bonaparte: El general que conserva parte de sus fuerzas para
servirse de ellas al día siguiente esta perdido.110 :361 Después
de las batallas, hubo saqueos en Chorrillos por algunos destacamentos chilenos
y también en Lima por soldados peruanos dispersos que luego fueron controlados
por la organización de residentes extranjeros.
Las batallas de
Chorrillos y Miraflores han sido las mayores batallas en la historia de América
del Sur, en consideración al número de combatientes: 45,000 en Chorrillos y
25,000 en Miraflores.111 Se
estima el número de soldados muertos entre 11,000 y 14,500 y los heridos en
10,144.112
Ocupación de Lima y el Callao
La ocupación
de Lima por el ejército chileno se inició el 17 de enero, ese
mismo día eran destruidos los fuertes del Callao y las naves peruanas restantes
de su marina fueron varadas, incendiadas o hundidas por orden de la autoridad
naval para evitar su captura por fuerzas chilenas que al día siguiente ocupaban
el puerto.113 Se
restableció el orden en la capital, en las zonas de ocupación, y se reiniciaron
las actividades. Tras el regreso a Chile del general Baquedano con parte del
ejército, asumió brevemente con el cargo de jefe del ejército de
ocupación Cornelio Saavedra y luego fue remplazado,
también brevemente, por Pedro
Lagos. Por último, Patricio Lynch quedó
a cargo de la plaza y de los territorios ocupados, de norte a sur de la costa
peruana, hasta la finalización de la guerra en 1883. El ejército chileno que
mantendría la ocupación de parte del territorio peruano, desde este momento
hasta el final de la guerra, variaría entre 9,997 a 12,769 hombres distribuidos
en distintos puntos.114
Situación interna en los países beligerantes luego de
la ocupación de Lima
El 15 de junio de
1881 Domingo Santa María fue elegido presidente de Chile, cargo que asumió
el 18 de septiembre, y el nuevo congreso fue elegido en 1882, como estaba
previsto por la ley.
Por otra parte, Chile
con Argentina atravesaba momentos tensos, ya que pese a que este último país se
había declarado neutral al comenzar la guerra, amenazaba entrar a la contienda
para obtener ventajas en sus negociaciones limítrofes con Chile115 116 y era
conocido que permitía en su territorio el transporte de armas para los aliados,
ejercía influencia en Europa y los EE.UU. para detener el avance chileno en la
guerra y defendía una indemnización monetaria para Chile en vez de la cesión de
territorios. Además existía en su población una fuerte corriente de apoyo a la
causa aliada con la que alentaba esperanzas entre los aliados de que podría
entrar en la guerra contra Chile.117 El 23
de julio de 1881, Chile y Argentina firmaron un tratado de límites en que, entre otros,
se transaba la Patagonia oriental por la Patagonia occidental y
el Estrecho de Magallanes, poniendo fin a las posibilidades de que Argentina
interviniera en la guerra.
En cuanto a los
aliados, la situación interna boliviana no cambió con la caída de Lima. En
cuanto a Perú, Nicolás de Piérola, quien abandonó Lima ante los desastres
militares en la defensa de la capital y la posterior ocupación chilena,
trasladó su gobierno en la sierra central, negándose a realizar la paz con
cesión territorial y decidido a proseguir la lucha. Paralelamente a estos
sucesos, en Lima una junta de vecinos notables se reunieron el 12 de marzo de
1881 y eligieron a Francisco García Calderón como Presidente
Provisional de la República estableciendo una gobierno civil en Perú,
llamado también gobierno de La Magdalena, que en un comienzo fue tolerado
implicitamente por Chile en contraposición a la autoridad de Piérola. García
Calderón trató de unificar al país por lo que su gobierno, con la aprobación de
las autoridades chilenas, organizó fuerzas militares que fueron enviadas a la
sierra buscando el reconocimiento de su autoridad en el Perú, generándose
algunos enfrentamientos militares entre los partidarios de García Calderón y
Piérola.118
El gobierno chileno
intentó acordar la paz con García Calderón esperando que aceptara, entre otras
cosas, las exigencias de cesión territorial, pero este rechazó esa condición en
particular para terminar la guerra prefiriendo en su lugar una indemnización
pecuniaria. El factor que más influyó en la negación peruana a la cesión fue la
política de mediación estadounidense durante la administración del presidente
de los EE.UU. James
A. Garfield (marzo a septiembre de 1881) y su secretario de
estado (ministro de RR.EE.) James G. Blaine, llevada a cabo por su
representante en Lima Stephen A. Hurlbut, que alentó a los políticos peruanos a
no suscribir la entrega de Tarapacá, sugiriendo que los Estados Unidos de
América respaldarían a Perú y Bolivia, sobre todo en evitar la desmembración
territorial del primero. Además, Hurlbut convenció a Lizardo Montero y a Andrés
Cáceres, dos militares que serían de gran relevancia durante este período de la
guerra, para que abandonasen a Piérola y apoyasen a García Calderón para lograr
un frente unido, lo que luego efectivamente sucedió siendo nombrado Montero
como vicepresidente y Cáceres como segundo vicepresidente de ese gobierno, mientras
que Piérola al verse aislado políticamente se alejaba definitivamente de los
sucesos de su país. El intervencionismo estadounidense en la guerra se debió en
parte a los negocios privados que llevaron a cabo sus diplomáticos y la presión
de algunos acreedores del Perú.119 Con
la muerte del presidente Garfield en septiembre, la toma de posesión de la
presidencia de Chester
A. Arthur y su nuevo secretario de estado, Frederick T.
Frelinghuysen y la posterior acusación en el senado norteamericano contra
Blaine por tráfico de influencias llevaron a EE.UU a firmar con Chile el Protocolo
de Viña del Mar120 en
que EE.UU., entre otros, acepta el derecho de Chile de anexar Tarapacá como
indemnización de guerra.121 Hurlbut
murió en Lima y en su reemplazo asumió William H. Trescot como ministro en
Lima. Finalmente, la paz se lograría posteriormente sin la mediación de los
EE.UU., y los intentos estadounidenses por acabar con la guerra solo habían
servido para prolongarla al crear expectativas en los aliados.122 :45
El 28 de septiembre
Lynch prohibió el ejercicio de autoridades no establecidas por la ocupación.
García Calderón fue detenido el 6 de noviembre y deportado a Chile, pero antes,
el 29 de septiembre, nombró a Lizardo Montero, jefe del ejército del norte en
Cajamarca, como sucesor. Montero instaló su gobierno en aquella ciudad aunque
luego se trasladaría a Huaraz, dejando a Miguel Iglesias como jefe político y
militar del norte, y a comienzos de 1882 estableció su sede de gobierno en
Arequipa. Ante esto, Chile no reconoció la autoridad de Montero sobre Perú, pero
si lo hizo el gobierno boliviano dirigido por Campero con quien trabajó para
proseguir la guerra, adquiriendo armamento en Europa y Estados Unidos,
organizando un ejército en Arequipa y colaborando hasta cierto punto con las
fuerzas que organizó Cáceres en la sierra central.
Campaña de la Breña
La resistencia
peruana basada en una guerra
de guerrillas fue organizada con tropas regulares e irregulares
por el ahora general Andrés A. Cáceres y comprendía la región de Cajamarca
(norte), Arequipa (sur) y la sierra central (desde Cerro de Pasco a Ayacucho).123 Aunque
también hubo varios líderes peruanos que organizaron fuerzas para luchar contra
los chilenos, a favor de ellos y a veces entre las mismas. La breña de los
Andes Centrales presenta una topografía adecuada para las guerrillas, y además
existían elementos humanos, aunque sin entrenamiento y con escaso armamento
para una lucha prolongada. Para el ejército ocupante, la región era insalubre (piques y disentería),124 desconocida,
de difícil acceso y el suministro debía hacerse por el largo y peligroso camino
a Lima, comprarlo a elevados precios a los lugareños o requisarlo, lo que
provocaba aún más la resistencia peruana.
También el factor
información jugaba en contra de las tropas chilenas: mientras Cáceres era
informado por la población de cualquier movimiento, número o siquiera intención
de los chilenos, estos a menudo no sabían cuál dirección seguir en la
persecución de las fuerzas peruanas. El ferrocarril desde Lima llegaba
solamente hasta Chicla. La guerrilla obligaba a los invasores a dispersar sus
fuerzas, volviéndolas vulnerables a ataques en masa de estas fuerzas irregulares.
Las ciudades y poblados de la región eran ocupados y desocupados por los
rebeldes según hubiese o no fuerzas militares chilenas en ellas evitando así un
combate frontal entre ejércitos regulares. De hecho la primera batalla de
Pucará y la batalla final en Huamachuco fueron los únicos enfrentamientos
dirigidos por Cáceres, desde la creación de su ejército. Combates, escaramuzas,
persecuciones y emboscadas fueron la norma de enfrentamiento.
Si bien en la
campaña de la Breña hubo varios focos de resistencia liderados por distintos
caudillos peruanos, las operaciones principales de esta etapa de la guerra
fueron las expediciones enviadas a la sierra central de Perú, la mayoría para
combatir las fuerzas organizadas por Cáceres, y la expedición sobre Arequipa
para desarticular la última fuerza peruana de consideración organizada por
Montero en esa ciudad.
Expedición de Letelie
La primera
expedición chilena de importancia a la sierra para combatir la resistencia
peruana fue enviada por el coronel Lagos, jefe del ejército de ocupación en
esos momentos, y encomendada a 700 hombres bajo el mando del teniente coronel
Ambrosio Letelier que la efectuó el 15 de abril de 1881, es decir, apenas tres
meses de ocupada Lima. Sus fuerzas marcharon desde esa capital y ocuparon en
forma sucesiva desde Cerro de Pasco (norte) hasta Huancayo (sur) y desde Chicla
(oeste), la última estación del ferrocarril de Lima, hasta Tarma (este). Aún no
se había formado una resistencia organizada, por eso una pequeña fuerza pudo
ocupar una región tan vasta y dispersar fácilmente a las pocas agrupaciones
armadas. Sus resultados fueron devastadores por los excesos que cometió
arbitrariamente el mando chileno contra la población de la zona, provocando la
rebelión de los campesinos y el reclamo de los ciudadanos de países neutrales.
El contraalmirante Lynch, que remplazó en mayo a Lagos en su cargo, ordenó el
regreso inmediato de la expedición al conocer las tropelías de Letelier en la
zona.
Expedición de 1882
La resistencia
militar liderada por Cáceres en las regiones sur y centro andinas se acentúa
luego de la primera expedición chilena a la zona.
El segundo año de
ocupación, 1882, el gobierno chileno le ordenó a Lynch enviar una expedición a
la sierra con una fuerza de 5,000 hombres para acabar con el ejército de
Cáceres que se concentraba en Chosica, a las puertas de Lima. El 1 de enero
comenzaban a movilizarse estas fuerzas chilenas desde la capital, divididas en
dos columnas, bajo el mando supremo de Lynch que en un comienzo las encabezó,
ejecutando un movimiento de tenazas y persecución, pero al producirse varios
vaivenes el mando recayó en el coronel José Francisco Gana y luego en el coronel Estanislao del Canto Arteaga, que continuó las
operaciones militares con 2,300 hombres en persecución de Cáceres que se
retiraba al interior. El 5 de febrero logró alcanzarlo y obligarle a pelear
en Pucará, pero el enfrentamiento no tuvo resultados concluyentes
y Cáceres prosiguió su retirada hacia Ayacucho para poder reorganizar sus
desechas fuerzas en ese lugar y luego lanzar una contraofensiva. El coronel Del
Canto por su parte ocupó el valle del Mantaro distribuyendo sus tropas por toda
la zona.
Las tropas
chilenas, con la expresa orden de ganarse la buena voluntad de la población
mediante un comportamiento correcto, habían ocupado sucesivamente Tarma, Jauja,
Huancayo hasta Izcuchaca. Pero la contraofensiva del ejército de Cáceres en
conjunto con los ataques de las fuerzas irregulares de campesinos, afectados
por la expedición de Letelier el año anterior, impidieron cualquier tipo de
confraternización entre los chilenos y los pobladores del valle. El 9 y 10 de
julio una guarnición chilena en Concepción fue aniquilada por una fuerza conjunta de regulares
y montoneros peruanos. Debido al hostigamiento del enemigo, la falta de
aprovisionamiento y las enfermedades la fuerza expedicionaria chilena se tuvo
que retirar de la zona bajando a Lima en los primeros días de agosto. La
fuerzas chilenas durante la expedición sufrieron la pérdida de 534 hombres: 154
en combate, 277 por enfermedad y 103 por deserción (20% aprox.).127 Por
su parte, Cáceres sufrió fuertes perdidas entre muertos en combate y enfermedad
y también deserciones, por lo que debió aumentar sus fuerzas con nuevos
reclutas para futuras acciones militares.
Grito de Montán
Entre tanto, Miguel
Iglesias, ex-ministro de defensa de Piérola antes de la caída de Lima, y ahora
jefe político y militar del norte peruano, había organizado las fuerzas de ese
sector para hacer frente a las expediciones chilenas. Pero Iglesias, luego
del combate
de San Pablo el 13 de julio y la posterior ocupación chilena de
varios poblados de la zona, entre ellos Cajamarca el 8 de agosto, llegó al
convencimiento de que la guerra debía ser terminada o que destruiría al Perú.
Desde su punto de vista, era inconcebible que continuara la sangría cuando
resultaba evidente que la derrota peruana era irreversible. Muchos observadores
neutrales eran también de la misma opinión. En Europa y el resto de América se
veía con escándalo que la guerra continuara indefinidamente.
El 31 de agosto,
Iglesias lanzó el Grito de Montán exigiendo la paz, aún con
cesiones territoriales, y proclamó su autoridad sobre siete departamentos del
norte peruano: Piura, Cajamarca, Amazonas, Loreto, Lambayeque, La Libertad y
Áncash. El 1 de enero de 1883 una Asamblea designó a Iglesias como Presidente
Regenerador del Perú. Lynch, aunque escéptico al comienzo con este suceso,
tras la experiencia con García Calderón y luego con Montero, lo apoyó por orden
del gobierno chileno y reforzó el mando de este en contraposición a Montero y
Cáceres que no reconocían la autoridad de Iglesias y mantenían la idea de
seguir la lucha contra las fuerzas chilenas hasta alcanzar una paz no
desventajosa. Debido a la posición tomada por Iglesias frente a la guerra con
Chile, se dieron varios enfrentamientos en el norte peruano entre las tropas
organizadas por el gobierno iglesista y fuerzas opositoras.
El 3 de mayo el
gobierno de Iglesias acordaba con Chile, luego de una discusión previa iniciada
por sus respectivos representantes, las bases de la paz definitiva. Iglesias
firmó este convenio posteriormente en Cajamarca
Expediciones en 1883
Operaciones en 1883
abril-julio
septiembre-noviembre
Mapa a la
izquierda, Arriagada persigue a Cáceres hasta Yungay y Cáceres persigue a
Gonzales hasta Huamachuco. Mapa a la derecha, ocupación de Arequipa y Puno por
Velásquez. La ocupación de Ayacucho por Urriola no aparece en los mapas.
Al inicio del
tercer año de ocupación, y con la expectativa de firmar la paz, el gobierno
chileno le ordenó a Lynch enviar una nueva expedición para desbaratar las
fuerzas lideras por Cáceres, que aún se oponía al acuerdo entre el gobierno
chileno y el de Iglesias para finalizar la guerra. Políticamente, la expedición
tendría además la misión de dar a conocer, explicar y exigir apoyo para el
gobierno de Iglesias por lo que también se ordenó tratar correctamente a la
población civil y pagar por los productos recibidos para sostener a las tropas,
aunque se debía ajusticiar a todo regular o irregular peruano de la resistencia
tomado prisionero y también a los oficiales que los dirigen, de los cuales
varios habían sido anteriormente prisioneros en la campaña pasada y al ser
liberados habían incumplido su promesa de no lenvantarse en armas contra el
gobierno de ocupación.
El plan de Lynch
era perseguir y encerrar con dos divisiones a las fuerzas de Cáceres, que en
esos momentos se encontraba en Canta, y en caso de alcanzarlo debían batirlo y
si escapaba realizar una persecución sostenida empujando al general peruano por
el Callejón
de Huaylas hacia el norte donde otra división menor le cortaría
el paso y en conjunto a las otras dos divisiones debía enfrentarlo si se daba
el caso. El 7 de abril el coronel Juan León García salió de Lima con 1,800
hombres para atacar a las fuerzas de Cáceres que se encontraban en Canta, pero
este enterado del avance chileno se retiró del lugar con sus fuerzas hacia
Tarma produciéndose solo algunos enfrentamientos entre los pequeños
destacamentos desplegados por ambas fuerzas durante la persecución. Casi
paralelamente a la división de León García, salió a mediados de ese mes de Lima
hacia Lurín el coronel Del Canto con una fuerza de 1,500 hombres que tenía la
orden de dirigirse a Chicla para apoyar el despliege de los destacamentos
sueltos comandados por el coronel Martiniano Urriola que estaban despejando el
sector de los montoneros que la rondaban. En ese lugar se reunió la división
Del Canto con la de León García el 3 de mayo, y tomando este último algunas
tropas de la división del primero y de Urriola, continuó la persecución de
Cáceres hacia Tarma pero el jefe peruano se había retirado de ese lugar
enfilando hacia el norte a poco de la llegada de León García el 21 de mayo. El
26 de mayo llegó Del Canto a ese poblado, tomando por orden de Lynch el mando
de todas las fuerzas, que eran 3,334 hombres, y prosiguió la persecución de
Cáceres pasando por Palcamayo, Junín, Carhuamayo, San Rafael, Salapampa,
Chavinillo y Aguamiro. En este último lugar llegó el 12 de junio el
coronel Marco Aurelio Arriagada, que tomó el mando de la
división y continuó la marcha al norte siguiendo al ejército de Cáceres.
Para Arriagada y
Cáceres el trayecto significó graves pérdidas, el jefe chileno lo más al norte
que llegó fue hasta Yungay el 23 de junio, no encontrando a Cáceres ni a sus
fuerzas. Sin información filedigna a disposición, la división chilena marchó de
vuelta hacia el sur, creyendo, equivocadamente, perseguir al general peruano.
Arriagada al no encontrarlo renunció finalmente a continuar la persecución y
volvió a Lima el 5 de agosto contabilizando un total de 732 bajas (21%) de los
cuales hubo 130 muertos por cansancio, 28 desaparecidos y 574 enfermos, sin
muertos en combate Por su parte, a Cáceres se le habían unido las fuerzas
del coronel Isaac
Recavarren en Yungay, y creyendo que Arriagada aún lo
perseguía, continuaron la marcha hacia el norte para evitar el encumbramiento
de Miguel Iglesias. Previendo ese desarrollo, Lynch que había situado una
división en el norte al mando del coronel Alejandro
Gorostiaga con 1,000 hombres, le ordenó a este jefe cerrarle el
paso a Cáceres hacia Cajamarca en Huamachuco reforzando además sus fuerzas que
llegaron a contabilizar 1,736 hombres.
El 10 de julio, se
desarrolló la decisiva batalla de Huamachuco entre Cáceres y
Gorostiaga, finalizando con una victoria chilena que le generó al ejército de
Cáceres gran cantidad de bajas y provocó gran decepción entre quienes se
oponían a la cesión de territorios, permitiendo consolidar el gobierno de
Iglesias al convencerse varios de que ya era hora de terminar la guerra. Además
con este triunfo, la única fuerza peruana de consideración ahora era el
ejército de Montero en Arequipa de 5,500 hombres, por lo que el mando
chileno envió en septiembre hacia esa ciudad una fuerza de 6,400 hombres
al mando del coronel José Velásquez Bórquez para derrotarlos, y en
forma simultánea se envió en ese mes a la sierra una expedición de 1,554
hombres al mando del coronel Urriola para pasar por Jauja y Huancayo, ocupar
Ayacucho e impedir eventualmente a Montero enfilar a la sierra central para que
no se uniera su ejército con las reducidas fuerzas de Cáceres, a las que
también debía amedrentar. El 1 de octubre, luego de varios enfrentamientos
menores con montoneras que fueron dispersadas, Urriola entraba en Ayacucho
donde Cáceres se mantenía luego de Huamachuco y se veía ahora obligado a
retirarse de ese lugar hacia Andahuaylas. Por otra parte, el 29 de octubre la
ciudad de Arequipa donde Montero concentraba las últimas esperanzas de
resistencia, capituló y
fue ocupada pacíficamente por las fuerzas del coronel Velásquez tras un
alzamiento en aquella ciudad que obligó a Montero y su comitiva a huir hacia
Bolivia, alejándose este jefe peruano en forma definitiva de los
acontecimientos de la guerra y trasfiriendo su poder a Cáceres. El mando
chileno ordenó completar la ocupación militar de la línea Mollento-Arequipa con
la ocupación de Puno, que era, desde el Perú, la puerta de entrada a Bolivia.
En cuanto a Urriola, enterado de la ocupación de Arequipa y ante la falta de
logística se retiró de Ayacucho el 12 de noviembre, manteniendo también en su
vuelta algunos combates menores con las montoneras y arribando a Lima el 12 del
mes siguiente. Sin embargo, en algunos poblados de la sierra central quedaron
custodiados por destacamentos chilenos hasta la consolidación de la paz con
Perú a mediados de 1884.
Con estas
operaciones militares finalizó la resistencia peruana con el éxito chileno, se
afianzó el gobierno de Iglesias para obtener la paz definitiva con Perú y se
ejerció presión militar en el gobierno boliviano para encaminarlo en la misma
dirección.
Fase final de la
guerra
Tratado de Ancón y Guerra Civil Peruana
El 18 de octubre de
1883, Chile había reconocido la autoridad del gobierno de Iglesias sobre Perú,
tras los últimos acontecimientos favorables para hacer la paz, y el 20 de
octubre se firmó el Tratado
de Ancón, que posteriormente la Asamblea Constituyente del Perú
aprobó. En este acuerdo se establecía entre otras cosas, la cesión definitiva
de la región de Tarapacá a Chile y la ocupación de las provincias de Arica y
Tacna por un lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si
quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al Perú. El 23 de octubre Lynch
se retiró de Lima y Miguel Iglesias con sus fuerzas la ocupaba para asumir
el gobierno del Perú. El 4 de agosto de 1884 las últimas fuerzas
expedicionarias chilenas abandonaron el puerto del Callao y el resto de los
terrtorios ocupados al norte de la línea del río Sama.
La base de la
resistencia de Cáceres, que había sido hasta entonces la rebelión de campesinos
e indígenas contra los chilenos, había cambiado y las montoneras luchaban ahora
contra "los blancos", chilenos o peruanos. En junio de 1884 Cáceres
aceptó el Tratado de Ancón, como un hecho consumado.
Florencia Mallon
considera que las verdaderas razones de Cáceres eran que:
Mucho
antes que la guerra civil terminara, Cáceres se convenció que para construir
una alianza que lo llevara al palacio presidencial, el tenía que aunar fuerzas
con los hacendados como clase, incluidos aquellos que habían trabajado con los
chilenos. La única manera de hacerlo era dando a los hacendados lo que ellos
pedían y reprimir a las guerrillas que habían hecho posible la campaña de la
Breña
Después de la guerra,
las diferencias entre Cáceres e Iglesias dieron origen a una guerra civil entre los partidarios de ambos líderes,
que finalizó luego de varias acciones militares en 1885 con el triunfo del
primero.
Pacto de tregua entre Bolivia y Chile
Bolivia desde su
retirada de la guerra había tomado una actitud expectativa, pero tras el
acuerdo Perú-Chile de 1883 (Tratado de Ancón) y la movilización de tropas
chilenas a su frontera, firmó el 4 de abril de 1884 un Pacto de Tregua indefinido, por el cual,
entre otros, aceptó la ocupación de Antofagasta por Chile y puso fin a las
hostilidades, que solo podrían ser reanudadas con un aviso de un año de
anticipación
Análisis de la guerra
Objetivos de la guerra
Los objetivos de
los beligerantes cambiaron durante el transcurso de la crisis y de la guerra.
Las fechas más importantes en este aspecto son el 11 de febrero de 1879, el día
en que se conoció en Chile la rescisión de la licencia y el embargo de la CSFA
y el 8 de octubre de 1879, el día de la captura del Huáscar.
Durante la crisis,
Bolivia buscaba eliminar los privilegios de las empresas chilenas en
Antofagasta para percibir ingresos por la exportación del salitre, aún a costa
de un conflicto con Chile. Daza consideraba segura una derrota chilena si Perú
declaraba el casus foederis.
Perú habría sido beneficiado,
si Chile era derrotado, con un monopolio internacional del salitre, ya que,
como el gobierno boliviano le comunicó durante la crisis, Bolivia deseaba
entregar la industria salitrera confiscada al Perú, el que ya tenía las
licencias de la zona del Toco.
Hasta la rescisión
de la licencia, Chile buscó mantener el statu quo del Tratado
de Límites de 1874. A partir de entonces Chile reivindicó los territorios hasta
el 23°S y poco después exigió la abrogación del tratado de alianza. La franja
boliviana entre el Loa y el paralelo 23°S y Tarapacá no eran exigidos entonces
por Chile.
Tras la captura
del Huáscar, la indefensión de los aliados fue evidente y hubo un
cambio de roles en la guerra: los aliados buscaron la mantención del statu
quo territorial y Chile exigió la cesión de Tarapacá, que inicialmente
había sido ocupada como garantía de pago para las reparaciones de guerra y de
Antofagasta, es decir todos los territorios al sur de la Quebrada de Camarones.
Estos eran los
objetivos, condiciones, por ejemplo, durante la Conferencia de Paz de Arica en 1880: Perú y
Bolivia rechazaron cualquier cesión territorial y Chile exigió Tarapacá y
Antofagasta.
Paulatinamente, en
ambos países aliados, crecieron las corrientes que estaban por terminar la
guerra aún a costa de la cesión. En Bolivia fue expatriado el
vice-presidente Aniceto
Arce y en Perú comenzó la guerra civil, por esa razón.
Con la firma del
Tratado de Ancón, Perú aceptó ceder los territorios al sur de Camarones.
Bolivia, implicitamente cedió la zona 23°S-24°S en 1884, pero no la zona
23°S-Río Loa.
Chile, que
inicialmente pensó entregar Tacna y Arica a Bolivia, desechó la idea y en el
Tratado de Paz de 1904 dio derechos de paso y aduaneros a Bolivia.
Intervención extranjera
Los intereses
comerciales y financieros en la zona estaban de acuerdo en que la guerra no les
era favorable porque por un lado afectaban las vías del comercio y navegación,
por otro lado dificultaban el pago de las deudas de los países beligerantes.
Por esa razón siempre buscaron terminar la guerra.
Tras la ocupación
chilena de Tarapacá, los gobiernos de Perú y Bolivia trataron de involucrar a
los Estados Unidos de América a su favor para
impedir la cesión de territorios a Chile. El representante boliviano en los
EE.UU. ofreció concesiones de guano y salitre a inversionistas estadounidenses
a cambio de una protección contra Chile. Los grupos de intereses acreedores del
Perú, "Credit Industriel" y "Peruvian Company", ofrecieron
al presidente peruano García Calderón pagar la deuda externa peruana y las
reparaciones de guerra a Chile a cambio de los derechos sobre la explotación y
comercio del guano y salitre peruanos. Con la aquiescencia de García Calderón
comenzaron a hacer lobby en
los EE.UU. para impedir la cesión de territorios, siendo apoyados por el
secretario de estado estadounidense James G. Blaine.
Por su parte los
diplomáticos estadounidenses temían una intervención de las potencias europeas
contraria a su Doctrina
Monroe que disminuiría sus expectativas de expansión económica
en Latinoamérica. Sin embargo, también había intereses económicos personales en
el asunto, cuando el representante de EE.UU. en Lima, Stephen A. Hurlbut,
aceptó una propuesta peruana de entregar Chimbote como
base naval a los EE.UU. más concesiones carboníferas, en que estas últimas
quedarían a su nombre. En ese momento Hurlbut envió una carta a Patricio Lynch
advirtiéndole que los Estados Unidos de América no permitirían la cesión de
territorios peruanos En 1881 asumió el poder en los EE.UU. Chester A. Arthur,
que no estaba dispuesto a inmiscuirse de tal manera en los asuntos
sudamericanos.
El historiador
estadounidense Kenneth D. Lehmann comenta la política de su país con las
siguientes palabras:
En cuanto a una
intervención de Gran Bretaña en la guerra, el historiador marxista británico Victor Kiernan, tras
un detallado análisis de los documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores
de Gran Bretaña (Foreign Office) enfatiza que ese ministerio nunca contempló
intervenir ni intervino activamente en el conflicto, pero en cambio, estaba
sumamente preocupado de no favorecer a algún beligerante dado que tras la Guerra
de Secesión, los EE.UU. obtuvieron mediante las Reclamaciones de Alabama una indemnización
británica por la construcción y venta secreta de barcos británicos a los
confederados.
Durante la guerra
los beligerantes pudieron comprar armas en Europa y EE.UU. tantas como pudieran
pagar (aunque no barcos de guerra británicos) y firmas como la
internacional Baring
Brothers no tuvieron escrúpulos en negociar con ambos lados.
Por ejemplo el Perú entre 1879 a 1880 adquirió armas en los EE.UU., Europa,
Costa Rica y Panamá, que eran descargadas en el Caribe panameño, transportadas
por tierra al Pacífico y de allí al Perú en los barcos Talismán, Chalaco, Limeña, Estrella, Enriqueta,
y Guadiana.
Trato a combatientes
Los tres
beligerantes adhirieron a la Convención
internacional de la Cruz Roja que protegía a heridos, prisioneros,
refugiados, civiles y otros no-combatientes.
Al comienzo de la
guerra 30,000 chilenos fueron expulsados de Perú (plazo de 8 días) y
Bolivia (plazo de 10 días) y sus propiedades confiscadas; la mayoría de ellos
terminaron en puertos, botes y pontones peruanos a la espera de alguna
oportunidad de ser transportados a Chile en barco. Se estima que 7,000 de
ellos se enlistaron en los batallones chilenos que salían hacia el norte y su
resentimiento tendría un impacto sobre la guerra. En Chile, los ciudadanos
peruanos y bolivianos no fueron expulsados.
Los tres ejércitos
beligerantes son acusados de cometer saqueos, peruanos y chilenos se acusan
mutuamente de haber rematado tras los combates a soldados enemigos heridos. El
historiador peruano Hugo Pereyra Plasencia opina que:
Hay
que tener muy claro que el conflicto no fue un enfrentamiento entre demonios y
ángeles, sino (lo que es muy diferente) entre invasores e invadidos. Los
excesos ocurrieron en ambos bandos. Las atrocidades cometidas por las fuerzas
chilenas, además de haber sido objetivamente más numerosas, tenían su origen y
fisonomía en una guerra de agresión y de invasión, lo que sin duda las hacía
pasibles de una condena más contundente. No obstante, las mujeres muertas
durante el exterminio de la guarnición chilena de Concepción, en julio de 1882,
hacen recordar que no hay guerra que no sea cruel ni inhumana, por más
explicaciones que se den a los hechos
Dado que la ley
internacional no permitía ataques de civiles contra fuerzas de ocupación, el
líder de la resistencia peruana en la Sierra, Andrés Avelino Cáceres,
justificaba los crímenes peruanos contra los prisioneros y enfermos chilenos
con el argumento:
Declarados
fuera de la ley, anatema que los excluye hasta del seno de la humanidad, no se
creían obligados a reconocer en sus opresores derechos que se les negaba.
En los casos
chilenos, tras el saqueo de los muelles de Mollendo en 1880 se ejecutaron
varias condenas contra participantes habidos. Después de la batalla de
Chorrillos murió el oficial de estado mayor Baldomero Dublé Almeyda cuando
intentaba junto a otros oficiales contener los desmanes de algunos
insubordinados chilenos, y las tropelías de Letelier en 1881 fueron condenadas
por la justicia militar.
Más allá de la
carnicería en la guerra irregular de la Breña, en que el ejército chileno no
consideraba como soldados regulares a los montoneros y guerrillerosquienes eran
sometidos a escarmiento y represalias crueles, y en que las tropas
chilenas a veces cometían abusos contra sus pobladores que desataban venganza
tras venganza, en el Perú se desarrollaba un conflicto étnico y social entre su
población indígena, los trabajadores chinos esclavizados en Perú y
los blancos y criollos de la clase dominante. El 2 de julio de 1884 el
guerrillero Tomás Laymes y tres de sus hombres fueron ejecutados en Huancayo
por las fuerzas de Cáceres debido a las atrocidades cometidas por las
guerrillas contra las poblaciones peruanas de villorrios y ciudades En
Ayacucho, la población indígena se rebeló contra "los blancos" y en
Chincha la población negra se organizó en bandas contra los dueños de las
haciendas de "Larán", "San José" y "Hoja
Redonda". Solo el ejército peruano logró reprimir la revuelta. Pero
también había tensiones étnicas entre negros y chinos. En Cañete,
2,000 chinos fueron masacrados por negros en las haciendas
"Montalbán" y "Juan
de Arona".
Saqueos y requisiciones
Caricatura publicada en la revista chilena El
Padre Cobos en 1882. El Ministro Balmaceda lava sus manos en inocencia
y ordena al intendente de Santiago, Mackenna, deshacerse del pesado león
peruano. La élite de Santiago observa con placer la llegada de la estatua. El
padre Cobos y un niño negro juegan alrededor de la escena.
Los saqueos y las
contribuciones de guerra durante el conflicto han sido olvidados en Chile pero
son fuente de resentimiento en Perú. El historiador chileno Milton Godoy
Orellana distingue cuatro casos: 1) saqueos en Chorrillos y Miraflores 2)
saqueos en Lima cometidos por peruanos antes de la entrada de las tropas
chilenas a la ciudad 3) confiscación de locomotoras, rieles, imprentas, armas,
etc, realizada por el ejército ocupante. Estas expropiaciones estaban
permitidas por las leyes de guerra del siglo xix. El gobierno chileno las
dirigía a través de la "Oficina Recaudadora de las Contribuciones de
Guerra" cuyas tareas eran hacer inventario, confiscar, registrar y
confirmar el envío a Chile tanto como el destinatario y el remitente. El
propósito de la confiscación era obtener la paz. No existe una lista general de
los bienes confiscados, pero muchos de los envíos quedaron registrados en
cartas oficiales y privadas, artículos en periódicos, listas de cargas
navieras, etc. 4) la requisición de bienes culturales peruanos. El desarrollo
de las normas internacionales relacionadas con la protección de los objetos de
gran valor cultural se desarrolló en los siglos xviii y xix,
pero la idea de proteger los bienes culturales surgió en Europa en el
siglo xviii.
El Código Lieber de
1863, que protege incondicionalmente los objetos de arte en un conflicto armado
(Art. 35), expresamente consiente la utilización de propiedad cultural como
reparación de guerra (Art. 36). El historiador chileno Sergio Villalobos señala
que los Estados Unidos de América aceptaron en 1871 la confiscación de obras de
arte, pero que el proyecto
de una declaración internacional concerniente a las leyes y costumbres de
guerra de 1874 consideraba que los objetos de arte debían ser
protegidos. En marzo de 1881 el Gobierno de Ocupación requisó 45,000 libros de
la Biblioteca Nacional del Perú pero de hecho
muchos de ellos fueron vendidos por peruanos en Lima por lo que es discutido
cuantos de los libros quedaron en manos chilenas.
Cuando en marzo de
1881 comenzaron a aparecer los libros, la opinión pública en Chile comenzó a
discutir sobre la legitimidad de la confiscación de libros, óleos, estatuas,
etc, o "robo internacional" como lo describió un periodista del
periódico La Época. El 4 de febrero de 1883 en una sesión de la
Cámara de Diputados de Chile, el diputado Augusto Matte Pérezinterpeló
al ministro del interior José Manuel Balmaceda sobre los "oprobiosos
y humillantes" cargamentos de bienes culturales peruanos. El diputado
Montt exigió la devolución de los bienes y fue apoyado por sus colegas McClure
y Puelma. El ministro prometió impedir futuras exanciones y repatriar los
objetos mencionados en la discusión. Asimismo, en 1884, Ricardo Palma, una
vez nombrado director de la Biblioteca Nacional del Perú, solicitó a Chile la
devolución del material sustraído por las tropas chilenas, lo cual tuvo eco y,
por orden del presidente de Chile Domingo Santa María, recibió la devolución de
10,000 libros; de todos modos, diversos libros peruanos permanecieron en Chile
mucho después y los gobiernos de ambos países iniciaron a fines del siglo XX
conversaciones para su devolución. En noviembre de 2007, luego de una
investigación histórica, bibliográfica y de sus catálogos, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile,
procedió a la devolución de 3,788 libros originalmente de propiedad de la
Biblioteca de Lima, por los sellos y rúbricas que poseían, y que se encontraban
en la Biblioteca Nacional de Chile y en la Biblioteca Santiago Severín de Valparaíso.181 Sergio
Villalobos considera que no había justificación para el robo.
Consecuencias de la
guerra
Restos humanos de soldados bolivianos, chilenos y peruanos
exhumados de tumbas temporales para ser sepultados definitivamente en el
Mausoleo de Tacna en 1910.
La Guerra del
Pacífico tuvo una serie de consecuencias económicas, políticas, territoriales y
sociales entre los beligerantes. Hubo cesiones de territorio definitivo y
temporalmente, la pérdida o el acceso de nuevos recursos naturales, cierto
grado de resentimiento en los países vencidos, y además provocó una serie de
disputas y reclamaciones futuras entre los involucrados que serían resueltos
con nuevos acuerdos internacionales.
Chile, tras su
victoria, tomó posesión no solo de una importante extensión territorial, sino
también de enormes depósitos salitreros, guaneros y cupríferos que beneficiaron
ampliamente la construcción de nuevas obras públicas, como puertos y
ferrocarriles y obras sociales que modernizaron el país, así como también
sirvieron para potenciar las fuerzas armadas, convirtiéndose en una de las más
fuertes del continente. Por otra parte, Chile también con la victoria en la
guerra aumentó su influencia política en la región y que se vio posteriormente
reflejada en algunos sucesos como la crisis de Panamá en 1885 con una demostración de
poder.184 Durante
los siguientes años, Chile tendría que hacer frente a una serie de disputas con
Bolivia y Perú, pero también con Argentina.
El salitre fue la
principal fuente de riqueza de Chile hasta el descubrimiento del salitre
sintético por los alemanes, durante la Primera Guerra Mundial, y la Gran Depresión en
1930 que pondría fin al auge salitrero.
Para Perú la
guerra, además de la perdida de territorio y los valiosos recursos del lugar,
significó la destrucción de parte de la infraestructura del país y la ruína de
su economía en muchos aspectos, que llevarían al país a un período conocido
como la Reconstrucción Nacional donde se trabajaría en
la recuperación o resurgimiento económico, pero también político y social.
También el país debió pasar por grandes divisiones sociales producto de la
guerra, por un lado estaban los campesinos indígenas agrupados en la Sierra, y
por el otro, los terratenientes. Las autoridades peruanas de turno debieron
someter a esos campesinos para evitar una rebelión generalizada. Por otra
parte, Perú debió posteriormente saldar con Chile los asuntos pendientes del
Tratado de Ancón, entre ellos, la suerte de Tacna y Arica con el plebiscito
previsto que por variadas cuestiones no pudo llevarse a la práctica provocando
varias tensiones entre ambos países. Al final, luego de varias negociaciones,
se lograría la firma de un tratado por el cual se resolvió
ese aspecto pendiente.
En cuanto a
Bolivia, con la anexión chilena de su litoral, perdió su única salida soberana
al Océano
Pacífico quedando relegada a una condición de mediterraneidad,
y perdiendo igualmente los recursos naturales del lugar. Aunque el Pacto de
Tregua indefinido de 1884, en si, no reconocía la soberanía chilena en el
litoral sino que, entre otras cosas, solo aceptaba la ocupación de la zona y
ponía término al estado de guerra, por lo que ambos países se verían envueltos
en una serie de negociaciones futuras para alcanzar las fronteras definitivas,
lográndolo en 1904. Paralelamente a la cuestión del litoral, estaba el asunto
de la Puna
de Atacama de 75 000 km², que al finalizar la guerra Chile
consideraba suyo esa zona por el Pacto de Tregua. No obstante a ello, el dominio sobre dicho territorio dio origen a una disputa de
límites entre Chile, Bolivia y Argentina, la cual se resolvió
en 1899 mediante
un arbitraje estadounidense que resolvió que una pequeña parte de la Puna de
Atacama quedaba para Chile y el resto para Argentina
Otro tema surgido
inmediatamente finalizada la guerra, fue el de los daños causados por las
acciones de guerra a las propiedades nacionales de países neutrales. En 1884 se
constituyeron los Tribunales Arbitrales cada uno con tres
jueces, uno nombrado por Chile, otro nombrado por el país del demandante y el
último juez nombrado por Brasil, para de esa manera, juzgar sobre reclamaciones
de ciudadanos de Gran Bretaña (118), Italia (440), Francia (89) y Alemania. El
tribunal italiano acogió demandas de ciudadanos belgas y el tribunal alemán de
ciudadanos austriacos y suizos. Ciudadanos españoles se entendieron
directamente con el Estado de Chile y los estadounidenses no se acogieron a la
medida en aquel entonces. De acuerdo a las normas internacionales para aquel
entonces vigentes, fueron desatendidos los casos en que: los extranjeros tenían
residencia habitual en los países beligerantes, el lugar en cuestión había sido
zona de combate (el caso de Chorrillos, Arica, Miraflores, Pisagua y Tacna) y
los daños habían sido causados por soldados fuera de la jerarquía (desertores,
perdidos). Solo un 3,6% de la cantidad demandada fue concedida por los
tribunales
Postguerra
Tratado de paz entre Chile y Bolivia
La paz definitiva
entre Chile y Bolivia fue sellada con un tratado suscrito en 1904, por el cual Bolivia
definitivamente reconoce la permanente soberanía chilena sobre el territorio de Antofagasta. Chile, a su vez, garantizó
libre tránsito de bienes bolivianos, exentos de impuestos, entre los puertos
chilenos y Bolivia, además de la construcción del Ferrocarril Arica-La Paz.
Sin embargo, el
tratado de paz entre ambas naciones ha sido origen constante de tensiones
diplomáticas entre Chile y Bolivia, durante el siglo xx y comienzos
del siglo xxi, debido a que Bolivia perdió el acceso soberano al océano Pacífico.
Tratado de Lima
La guerra entre
Perú y Chile concluyó con la firma del Tratado
de Ancón, mediante el cual la región de Tarapacá fue cedida a Chile
y las provincias de Arica y Tacna quedaron bajo administración chilena por un
lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo
soberanía de Chile, o si volvían al Perú.
Sin embargo, este
nunca pudo llevarse a cabo y no fue hasta 1929 que se firmó el Tratado de Lima, que
contó con la mediación
de Estados Unidos, que decidió que gran parte de la provincia de
Tacna fuese devuelta al Perú mientras que Arica y el resto quedara definitivamente
en manos de Chile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario